El matrimonio de científicos arruinado por la teoría de que el Covid era un arma biológica
En 2020, una viróloga china huyó a Estados Unidos con la ayuda de aliados del presidente Trump que querían difundir su teoría no probada sobre los orígenes del Covid-19. Desde entonces, su esposo no sabe nada de ella
13 minutos de lectura'

HONG KONG, China.– Una mañana de abril de 2020, Ranawaka Perera le preparó un desayuno de huevos revueltos con tomate a su esposa, Li–Meng Yan. Como ella le dijo que no tenía hambre, el marido la presionó para que comiera: en los últimos tiempo, Li-Meng estaba tan nerviosa que a veces hasta le costaba respirar, y Ranawaka estaba preocupado por su salud.
Pero a principios de 2020 todos sus conocidos estaban bajo un enorme estrés. La pareja trabajaba en un prestigioso laboratorio de la Universidad de Hong Kong donde se investigaban virus, incluido el alarmante nuevo coronavirus que se estaba esparciendo por todo el planeta.

Li–Meng Yan, sin embargo, estaba convencida de que la teoría predominante —que el Covid-19 había salido del mercado de animales vivos de la ciudad de Wuhan, China— era falsa, y que la verdad era mucho más oscura: estaba convencida de que el gobierno chino había cultivado deliberadamente el virus en un laboratorio y lo había liberado para desatar una letal pandemia.
Su esposo Ranawaka, un experimentado virólogo, no descartaba la posibilidad de un accidente de laboratorio, pero eso era muy distinto de una “liberación deliberada”, y le dijo a Li–Meng, que era relativamente nueva en ese campo de investigación, que todavía era muy pronto para saber el origen del virus, si es que alguna vez llegaba a conocerse.
Así que Ranawaka decidió pasar menos tiempo en el laboratorio para poder cuidar de su esposa: después del desayuno, le dijo que había planeado una escapada para ambos a una playa recóndita y poco concurrida. Li–Meng amaba el mar.
Pero todos sus intentos por tranquilizarla fracasaron. Unos días después, cuando volvió del trabajo, Ranawaka descubrió que su esposa había escapado sin dejar la menor pista, salvo un críptico mensaje garabateado en la pizarra de la cocina y donde hacía referencia a los apodos cariñosos que se ponían.
“Yoyo ama a Bingo para siempre”, decía el mensaje.
Poco después Ranawaka Perera descubriría que Li–Meng Yan llevaba ya tiempo en contacto con poderosos aliados del primer gobierno de Trump, personas que tenían motivos propios para culpar a China de la pandemia.
Su pasaje de avión a Estados Unidos había sido pagado por una fundación vinculada al exestratega de Donald Trump, Steve Bannon, y al exiliado multimillonario chino Guo Wengui. Tras su llegada, la habían alojado en una serie de “casas seguras” y le habían organizado reuniones con algunos de los principales asesores del presidente.
Y hacia mediados de 2020, Ranawaka observó conmocionado desde Hong Kong cómo su esposa se convertía en una figura clave en el circuito mediático MAGA, con repetidas apariciones en el programa de Fox News de Tucker Carlson, para difundir sus teorías sobre el origen del virus.
“Todo el desarrollo argumental y el contra–relato que publicamos sobre la Covid–19 se lo debemos en gran medida a la doctora Li–Meng Yan”, declaró Bannon en una reciente entrevista. “Se convirtió en una estrella mediática”.
Desde entonces y a pesar de sus desesperados intentos, ni Ranawaka ni los padres de Li–Meng, con quienes mantenía una relación muy estrecha, han podido ubicarla ni comunicarse con ella.
En 2021, Perera consiguió trabajo en la Universidad de Pensilvania para poder mudarse a Estados Unidos y buscar a su esposa con mayor facilidad. Desde entonces ha recorrido el país pidiéndoles ayuda no solo a los hombres que facilitaron su viaje, sino también a la Policía, agentes del FBI, el Departamento de Estado, influyentes abogados, detectives privados y hasta desprogramadores de sectas. Nada funcionó.

Y eso es porque la doctora Li–Meng Yan no quiere ser encontrada.
En una serie de entrevistas en video con The New York Times desde ubicaciones no reveladas, Yan dice estar convencida de que el gobierno chino coaccionó a su familia para atraerla de regreso a China, donde según ella la esperan represalias.
Los familiares de Yan niegan rotundamente cualquier conexión con el gobierno chino: de hecho, admiten que es razonable que a Yan le preocupe volver a China después de haber criticado públicamente al gobierno durante tanto tiempo.
Pero también creen que Yan cayó bajo otro tipo de control, el de quienes la explotaron para su propio beneficio político. Por culpa de ellos, dice su familia, Yan ahora está virtualmente atrapada en Estados Unidos, con su antes prometedora carrera y su feliz matrimonio totalmente destruidos.
Una prometedora carrera de investigación
Li–Meng Yan creció en Qingdao, una ciudad portuaria del este de China. Como es hija única, solía ser el centro de atención, y según su madre, Angel Zhao, era una niña reflexiva, inteligente y obediente. Zhao comenta que ella y su esposo siempre intentaron alentar las pasiones de su hija: pasarse el día leyendo en la biblioteca o nadando en el mar.
Su abuelo era un médico muy reconocido y Yan siguió sus pasos. Primero decidió ser oftalmóloga, porque la angustiaba tratar a personas con enfermedades terminales, pero más tarde se dedicó a la investigación y se trasladó a la Universidad de Hong Kong tras conseguir un cargo postdoctoral para investigar las células madre.
Allí conoció al virólogo Ranawaka Perera, originario de Sri Lanka, que trabajaba en un laboratorio universitario afiliado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto a algunos de los mejores virólogos del mundo. En 2014, tras un par de años de amistad, Perera y Yan se casaron y poco después ella empezó a trabajar en el mismo laboratorio que su esposo.
A fines de 2019, el supervisor de Yan, Leo Poon, la llamó a su despacho con una pregunta. Quería saber si podía contactar a sus amigos de la facultad de medicina en China si habían oído algo sobre un nuevo coronavirus que circulaba en la ciudad de Wuhan, aunque las autoridades afirmaban que no era contagioso.

Yan hizo lo que le pidieron y la respuesta que recibió la dejó en shock.
Un médico le dijo que el virus —el Covid–19— parecía ser transmisible entre humanos. Y también escuchó rumores que implicaban al Instituto de Virología de Wuhan. Yan reportó la información, y como Poon no actuó de inmediato, se sintió consternada.
Consultado para este artículo, Poon se negó a responder preguntas específicas sobre aquel encuentro, pero aclaró que había sido como cualquier otra reunión y que no había habido ningún secreto al respecto.
Cuando Yan se quejó con su esposo de que sus supervisores no habían tomado en cuenta sus temores, Ranawaka le pidió que tuviera paciencia.
En cambio, mientras el gobierno chino minimizaba los peligros del virus y actuaba para silenciar a los denunciantes médicos, Yan contactó a Wang Dinggang, un exempresario chino que desde Estados Unidos dirigía un canal de YouTube donde criticaba regularmente al gobierno de Pekín.
Su canal contaba con el apoyo de los medios conservadores de Estados Unidos y era uno de los muchos dirigidos a la diáspora china, que estaba sumida en la desinformación.
Perera recuerda haber notado lo asustada y molesta que se ponía su esposa cada vez que hablaba con Wang. El esposo le aconsejó que cortara todo contacto con el youtuber, y Yan no volvió a mencionarlo. Mientras tanto, ambos seguían trabajando arduamente en el laboratorio.

Perera estaba tan ocupado que no advirtió lo preocupada que seguía estando su esposa hasta una mañana de mediados de abril, cuando Yan recibió una llamada cuando estaban en la cama: era Wang, el youtuber, para decirle que había descubierto que el gobierno chino quería silenciarla.
Yan entró en pánico. Le confesó a su esposo que había seguido en contacto con Wang y le rogó que se fuera con ella a Estados Unidos. Le dijo que allá tenía contactos influyentes que podrían protegerla y conseguirles trabajo a ambos.
Perera le dijo que estaba dispuesto a migrar, pero que quería esperar hasta que consiguieran trabajos estables en buenas universidades. Como Yan insistía en que se fueran de inmediato, su marido empezó a molestarse y le dijo que Wang estaba tratando de manipularla para sus propios fines. Poco después de esa discusión, Perera llegó a casa y se encontró con ese último mensaje en la pizarra de la cocina.
Su esposa se había ido.
Una estrella en Fox News
Yan llegó en abril a una Nueva York en pleno confinamiento, con las calles en silencio total, salvo por el ulular de las sirenas. Durante un tiempo se mantuvo en contacto con su esposo y con sus padres.
Les decía que estaba a salvo y bajo la protección de abogados y funcionarios del gobierno norteamericano. Estaba cada vez más convencida de que el ejército chino había desarrollado y liberado el virus, y alentaba a Perera a reunirse con ella en Estados Unidos.
Su esposo y sus padres, por el contrario, le rogaban que lo reconsiderara.
“Necesitamos verdaderos expertos que nos ayuden a interpretar esos datos”, le explicó Perera a su esposa por WhatsApp. “Con esto vas a arruinar tu reputación y después nadie te va a creer”.
Su madre recuerda que un día Yan les dijo que se estaba gestando algo “muy grave”.
La siguiente vez que escuchó la voz de su hija fue en Fox News, donde Yan se presentó ante el mundo.
Perera viajó fugazmente a Nueva York pero ya era demasiado tarde: Yan no quiso verlo. Después de ese julio, nunca volvió a hablar ni con sus padres ni con su esposo.
Ellos miraban con incredulidad cómo Yan era recibida con entusiasmo por los medios de comunicación conservadores y por prominentes republicanos como Rudy Giuliani, quien la invitó a su propia casa y posó con ella para la foto.
Para abril de 2020, sin aportar ninguna prueba, Trump y sus aliados, ansiosos por enfrentarse con China, habían comenzado a impulsar la teoría de que el Covid–19 provenía de un laboratorio.
Para ellos, Yan era una bendición: una científica acreditada que había trabajado en un laboratorio afiliado a la OMS con algunos de los mejores virólogos del mundo. (Ignoraban que ella no era uno de ellos).
Bannon dijo en su momento que cuando se sintió seguro de que Yan estaba lista para hablar públicamente, ayudó a planificar su aparición en Fox News.
“Hablaba con total franqueza y sin agenda política”, dijo Bannon. “Es una especie de nerd”. Documentos a los que tuvo acceso The New York Times muestran que el 31 de julio de 2020, una fundación vinculada al multimillonario exiliado Guo acordó pagarle a Yan 10.000 dólares mensuales por su apoyo “en una misión conjunta para exponer la corrupción dentro del Partido Comunista Chino y en todo el mundo”.
Bannon dijo que también la había puesto en contacto con tantos asesores de Trump como le fue posible, en particular con Peter Navarro —viejo confidente de Trump y conocido halcón en sus posturas contra China, que ahora es asesor comercial de la Casa Blanca—, y con Steven Hatfill, entonces asesor de la Casa Blanca y que hasta hace poco ocupó otro alto cargo en el Departamento de Salud y Servicios Humanos del gobierno norteamericano.
“El equipo de Fauci la desestimó, pero nos aseguramos de que la gente de la Casa Blanca supiera exactamente lo que estaba pasando”, declaró Bannon en referencia al prestigioso infectólogo Antony Facui, por entonces a cargo del manejo de la pandemia en Estados Unidos.
Navarro dice no recordar si alguna vez conoció a Yan personalmente. Hatfill y Guo no respondieron a las solicitudes de comentarios para esta nota.
Desde el extranjero, Perera y Zhao intentaron desesperadamente contactarse con los hombres que parecían rodear a Yan, pero nunca obtuvieron respuesta. Por el contrario, Bannon, Guo y otros referentes conservadores utilizaron sus medios de comunicación para amplificar las denuncias de que Perera quería perjudicar a su esposa.
“De ahora en adelante, ya no tendrá que pensar en las lágrimas de sus padres ni en las amenazas de su esposo”, les dijo Guo a sus seguidores.
Para respaldar su teoría sobre las armas biológicas, en septiembre de 2020 Yan publicó un artículo online en un repositorio de acceso abierto para textos académicos no revisados por pares. Luego apareció en el programa de Fox News de Carlson y utilizó ese informe como prueba de que el Covid–10 “no era de origen natural”.
La comunidad científica predominante atacó rápida y enérgicamente el artículo, que afirmaba que las desconcertantes características del virus solo podían explicarse si había sido diseñado por el ejército chino.
En 2021, Ranawaka Perera migró a Estados Unidos para seguir buscando a su esposa, y lo sigue haciendo hasta el día de hoy. Hace apenas unos meses, intentó de nuevo contactarse directamente con Yan con un email que le envió a una dirección de correo electrónico que en internet aparecía vinculado a ella.
“Me gustaría hablar con la Dra. Li–Meng Yan, porque algunas personas le mintieron sobre mí para controlarla”, le escribió. “Quiero que sepa que no estoy trabajando con NADIE que desee hacerle daño o perjudicarla, ni en China, ni en Hong Kong ni en Estados Unidos”.
Al igual que antes, no obtuvo respuesta.
Perera dice aceptar que tal vez Yan ya no quisiera estar casada con él, pero que no va a dormir tranquilo hasta que sepa que ella está bien.
“Quiero que sea libre, porque no creció en una sociedad libre que valorara la libertad humana”, dice Perera. “Podré seguir adelante cuando sepa la verdad de lo que le pasó”.
En la clandestinidad
Lo cierto es que Yan no está perdida. Está escondida.
Desde la clandestinidad, dice que aceptó ser entrevistada para dar a conocer su trabajo, pero solo confirmó que se encuentra en algún lugar de Estados Unidos porque cree que todavía hay mucha gente tratando de encontrarla. Cuando se enteró de que su esposo y su madre habían sido entrevistados por The New York Times, se enfureció.
“Hace más de cinco años que el PCCh usa a mis padres y a Mahen como herramientas para llevarme de vuelta a China, en un intento por cometer ‘el crimen perfecto’: borrar la verdad sobre el virus y evitar tener que rendir cuentas”, declaró Yan en un comunicado, en referencia al Partido Comunista Chino y utilizando el nombre que usa para referirse a su esposo.
Traducción de Jaime Arrambide
Otras noticias de Estados Unidos
"Estoy listo". Zelensky dijo que no está aferrado al poder, como afirmó Trump, y que convocaría a elecciones en los próximos meses
Susto en Florida. Una avioneta sufrió una falla, aterrizó de emergencia en una autopista y aplastó un auto
Tiene 71 años. Robert Kennedy Jr. sorprendió al hacer veinte dominadas en un aeropuerto y se volvió viral
1Alerta de tsunami en Japón tras un potente sismo de magnitud 7,2 en el norte del país
2León XIV: qué esperar del discreto heredero de Jorge Bergoglio
3EE.UU. autoriza a Nvidia a vender chips H200 a China con una comisión del 25% para el gobierno
4Los países de la UE aprueban el endurecimiento de su política migratoria




