Gael García Bernal: "Estoy a favor de la legalización del aborto"
Gael García Bernal tiene con la Argentina un vínculo casi fundacional. Es cierto que el actor saltó a la fama después de Amores perros (2001), dirigido por su "descubridor", Alejandro González Iñárritu, y es considerado parte de esa generación dorada de producciones cinematográficas nacidas en México, exportadas lejos de sus fronteras y triunfales allí donde los latinos tienen el camino más difícil: Hollywood. Pero para los argentinos el relato es otro: Gael es quien se animó a ponerse en la piel del Che Guevara en una película que marcó una generación, como lo fue Diarios de motocicleta (2004), y que llevó al país a los premios Bafta, si de trascender fronteras se trata. Gael tuvo además la osadía de aceptar convertirse en el argentino más famoso del mundo aún no siendo argentino. Y con esa impunidad flechó nuestros corazones.
Con un pie en Buenos Aires para siempre -sus hijos, Libertad y Lázaro, frutos de su relación con la argentina Dolores Fonzi, viven en esta ciudad-, no es raro verlo recorriendo las callecitas que inspiraron tangos y poesías. Y mientras su nombre se codea con grandes de Hollywood, mientras su voz resuena en todo el mundo de la mano del personaje de Coco, la película animada del momento, mientras desfila en los Oscar, en alfombras rojas, y en todo lo que grita fuerte glamour, Gael atiende el teléfono desde su casa argentina como si tal cosa, cuenta que tuvo una mañana difícil, que el tránsito, que los problemas de cualquier mortal en la ciudad de la furia, y pide perdón un par de veces para interrumpir la conversación pues su hija lo reclama: "Espera un momento, ya estoy contigo, hija". No hay por qué fingir Hollywood style cuando la vida puede ser más simple. En unas horas subirá al escenario del Teatro Coliseo, en el centro de Buenos Aires, porque eligió que su regreso a las tablas, el primer amor que abandonó por el frenesí de la cinefilia, fuera en un teatro porteño. Por las callecitas. Y también por la poesía: encarna al poeta del siglo XXI, Fernando Pessoa, en la obra Ejercicios fantásticos del yo, sobre textos del gran escritor portugués.
Su otro pie, el trotamundos, lo lleva hoy a lejanos destinos: el domingo pasado se estrenó Planeta Azul II, un nuevo documental de la BBC y Discovery Channel que recorre los océanos y muestra la riqueza de la vida acuática y los peligros del impacto de la actividad humana en la naturaleza, desde la Antártida hasta el Indico y la Fosa de las Marianas, el rincón más profundo del globo. Con música de Hans Zimmer y Radiohead -que compusieron juntos el tema "Ocean Bloom" para este documental-, Gael oficia como relator y cara visible de esta superproducción que busca también llevar conciencia sobre la importancia de preservar el medio ambiente.
El actor no es un improvisado en este tipo de luchas: fue vocero de la campaña contra el comercio ilegal de especies silvestres, Wild for life de la ONU, protagonizó El Ardor, película que reflexiona sobre la huella de los humanos en los ecosistemas, y ya había colaborado con Discovery en otras ocasiones. "Me llena de honor hacer este doblaje. Son documentales que me fascinan que me gustan mucho, ves lo que nunca has visto: imágenes del fondo del mar, la zona más profunda de la Tierra, en el Pacífico, lugares a los que nunca habían llegado las cámaras. Se apostaba a que no iba a existir la vida. Hay vida y no sólo vida molecular, hay peces. Crustáceos, moluscos. Afortunadamente crecimos en una generación con las alarmas puestas sobre el medioambiente, por lo que es importante llamar la atención sobre esto", dice en una charla con LA NACION. Cada una de sus respuestas hacen explícita una toma de postura. La política para Gael está en todo. En el mar también.
-Ultimamente tu voz es protagonista. Fuiste la voz de Héctor en Coco y ahora relatás esta historia, ¿cómo te interpela como actor hacer estas locuciones?
-Es distinto. Uno es un personaje, esto es una narración. Acá [por Planeta Azul II] hablo desde mí, desde mi voz, desde lo que tengo que decir. Lo creo así, no porque esté llevando un personaje. Tiene que ver con mi preocupación y la fascinación de expandir las fronteras de lo humano, podemos ver un todo. Podemos ayudar a sostener la vida.
-¿Qué mensaje o idea te gustaría que llegue a la gente al ver este trabajo?
-Bueno, no me gusta hablar de mensajes. Me gustaría que a la gente le impacte lo que ve. Que todos reaccionemos en conjunto, para entender que todo lo que hacemos en nuestro cotidiano, y todo lo que tiene que ver con la política, las discusiones, cómo eliminar la corrupción, la desigualdad, el patriarcado, cómo eliminar estructuras que de alguna manera han mermado la armonía y el bien común o lo han bloqueado, todas esas discusiones implican al medio ambiente también. Creo que al vernos reflejados ahí en lo más profundo del mar, en los delfines, en cómo desarrollan culturas algunos animales, e instituciones sociales, podemos ver ese reflejo y llegar a algo. Y sentir que somos responsables de hacer que el mundo sea diferente.
-Hace poco decías sobre Aquí en la tierra, la serie que produjiste y que se acaba de estrenar, que los artistas deberían manifestar sus ideas políticas en sus trabajos. ¿Cómo entendés ese compromiso social del arte?
-No creo que alguien esté obligado a hacerlo pero creo que para algunos, no sé, es un detonante importante poder discutir desde esta tangente, poder conspirar, provocar, es importante. Para otros no. A mí se me hace importante. Es un punto desde donde me agarro para emprender algunas cosas que hago.
-En un año electoral en tu país, vos estás al frente de esa serie, que en algún punto denuncia situaciones de la realidad social mexicana, ¿cómo vivís el impacto que tiene?
-Sí, es interesante lo que está pasando, porque está la discusión puntual fuerte de las elecciones y es importante todo lo que se discuta y capitalizarlo, porque hay mucha información alrededor. Lo mismo pasa con el medio ambiente: la información a veces se contradice. A veces no suceden cosas que cambien. Por qué carajo no encontramos la forma de cambiar si hay toda esta información. Cómo generar que nuestra tierra esté en armonía con nosotros, y nosotros en armonía con la tierra.
-¿Te referís a lo que algunos llaman "la era de la posverdad"? ¿Te parece que este exceso de información incomunica?
-Siempre ha existido este tipo de posverdad. Antes, era el incauto que se creía en todo lo que se decía en los periódicos. Estaban metidos los políticos en el aparato periodístico. Operaba la censura. Ahora conforme ha cambiado la sociedad hay cosas que son diferentes: cómo se hablaba acerca de las mujeres, de los animales, de la infancia, cómo se hablaba acerca de los viejitos, de los hombres. Hemos hecho unos saltos cualitativos tremendos. Esta posverdad es regresiva hay un proceso de desdemocratización como el que viven los Estados Unidos. En América latina es lo contrario, hay un proceso de democratización, la sociedad civil está muy fuerte, encontrando un espacio dentro de todas las discusiones. En los Estados Unidos es diferente, lamentablemente.
-En estos momentos en la Argentina la sociedad civil está impulsando fuertemente un debate por años relegado: el debate por la legalización del aborto. ¿Tenés una posición tomada sobre este asunto?
-Es un tema complejísimo, que por suerte el movimiento que se ha hecho para legalizarlo ha dado claves para esa complejidad. De hecho, ayer en la obra de teatro, Rita Cortese leyó un comunicado muy bonito donde me parece se resume muy bien una postura que muchos compartimos, que yo comparto, que es "educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir". Estoy parafraseando lo que ella mencionó. Es que es un tema que no se puede banalizar en una definición corta. Pero si tengo que votar si estoy a favor de la legalización del aborto, la respuesta es sí.
¿Cuándo se puede ver Planeta Azul II? Todos los domingos, a las 19, por la pantalla de Discovery.
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