Los distintos rostros del “buen doctor”: una historia, muchas versiones
Se estrena el lunes la novela turca Doctor Milagro, pero esta ficción tiene otras exitosas producciones detrás
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Desde su aparición en la televisión de los Estados Unidos la serie The Good Doctor se afirmó como una especie de espejo invertido de la personalidad del inefable Doctor House de Hugh Laurie, aquel inadaptado social con un extremo malhumor que convertía su desconfianza en la clave para el hallazgo de un acertado diagnóstico. Pese a que las series comparten a David Shore como creador y al hospital como escenario dominante, el tono no puede ser más diferente. Al joven doctor Shaun Murphy (Freddie Highmore) no lo define ese aire de superioridad frente a sus colegas sino el inmediato desconcierto que inspira su entrada al hospital San José St. Bonaventure hasta que comienza a desplegar su talento. Es que Shaun tiene un trastorno del espectro autista y lo que se conoce como el Síndrome del Sabio, lo cual lo convierte en un distintivo participante del equipo de cirugía del hospital. Impulsado por su mentor y por sus milagrosas prácticas, el camino de Shaun en la medicina se combina con la interacción social con sus compañeros, la exploración de sus asombrosos dones y el descubrimiento de sus más escondidos sentimientos.
Esta producción, estrenada en 2017 en la cadena ABC como una apuesta menor, casi heredera de la vieja época de las series de consumo semanal, consiguió un éxito inesperado que derivó en una imprevista legión de fanáticos que en los tiempos de pandemia vieron en la medicina ese heroísmo a menudo invisibilizado. El derrotero de Shaun escapa a los paladares cínicos y concentra su mirada en el aspecto esperanzador de la profesión médica, al mismo tiempo que en la vocación de integrar a quienes no encajan del todo en las normas de convivencia social. Con cuatro temporadas en su haber –la tercera tendrá su estreno este lunes en el canal Sony, a las 22, y la cuarta está disponible en Amazon Prime Video desde el 9 de abril-,The Good Doctor se sumó a la estela de la pasión por los médicos que había convertido en inesperados éxitos a ER emergencias y su némesis Chicago Hope en los 90, y que luego se actualizó con el todavía vigente fenómeno de Shonda Rimes, Grey’s Anatomy. Pero, ¿de dónde había salido la idea de este médico tan peculiar?
El principio del fenómeno se encuentra en una serie surcoreana del año 2013 que lleva el título de Gut dakteo, que significa “buen doctor”. Creada por Jae Beom Park dentro de la variopinta gama de los K-dramas, Gut dakteo presenta al joven Park Shi Ohn, un residente de cirugía pediátrica con trastorno autista y síndrome del sabio que también intenta integrarse a un moderno hospital de Seúl. Eficiente en el área médica, Park Shi Ohn debe adaptarse a la dinámica social del lugar que casi siempre excede sus habilidades de diagnosis y análisis de sintomatología. Más allá de algunos detalles autóctonos y la evocación de su crianza bajo la tutela de un médico que instruye sus saberes a partir de sus habilidades innatas, la serie estableció de una vez y para siempre las coordenadas de ese universo, el mismo que nutriría a las versiones estadounidense, a la japonesa y a la reciente Doctor Milagro, filmada en Turquía.
Doctor Milagro, la nueva novela turca que estrena Telefe este lunes, a las 21.30, es una remake de la original surcoreana y representa una nueva versión de esa misma historia que se pone en la fila de todas las adaptaciones. Aquí el joven cirujano se llama Ali Vefa (Taner Ölmez), también con autismo y síndrome del sabio, e ingresa como parte del equipo pediátrico del Hospital Berhayat de Estambul. Ahora bien, lo que en la serie de los Estados Unidos respondía al formato unitario de un caso por episodio, aquí se despliega en la abierta herencia del melodrama que es el género que nutre la narrativa turca desde sus orígenes. El formato de la telenovela le permite integrar el mundo del hospital y los pacientes a las relaciones afectivas de Ali, para quien los prejuicios que lo circundan serán el principal obstáculo de su integración.
En cada una de las sociedades que aparecen como eje de las versiones del “buen doctor”, tanto la de Corea del Sur como la de Estados Unidos y ahora la turca, el prisma se concentra en las dificultades de los protagonistas a la hora de su funcionamiento social. No solo se ponen en juego en el ambiente laboral sino también en otras áreas de la vida del joven médico que intenta comprender sus habilidades y servirse de ellas para acercarse a los demás. En la coreana, los flashbacks daban cuenta del aprendizaje de un niño que había sido capaz de absorber la formación médica de un adulto con una capacidad asombrosa. En su vida adulta esa extraordinaria concentración le impedía comprender sus sentimientos o comunicarse con los demás, lo cual tornaba el mundo de los niños en el trabajo pediátrico un entorno mucho más ameno.
Lo que resalta en la premisa y en sus diferentes ejecuciones es que la presencia de un entorno universal como el hospitalario permite la adecuación de las coordenadas de la ficción y a ello contribuye que The Good Doctor en todas sus versiones sea una narrativa sobre el mundo de un personaje antes que un relato con grandes acciones. Más allá de los casos y los desafíos que implican para las habilidades del joven médico la diversa sintomatología, los accidentes extravagantes o el compromiso afectivo que puede vislumbrarse en la atención clínica, la clave siempre está en cómo el personaje experimenta lo que sucede, cómo cambian los demás a su alrededor a medida que lo conocen, cómo ese mundo que parecía vedado para las experiencias sociales ahora abre sus resquicios y le ofrece un abanico de posibles conexiones.
En los Estados Unidos el éxito de The Good Doctor no solo convirtió al actor Freddie Highmore (aquí como un reverso profético de su personaje famoso hasta el momento: el Norman Bates adolescente de la serie Bates Motel) en una especie de estrella televisiva a la vieja usanza, sino que confirmó que ese hueco que ocupaban las series tradicionales podía ser reemplazado por estos dramas tradicionales al estilo This Is Us y no perderse en el camino. Al mismo tiempo la serie hizo hincapié en el costado nerd del personaje, un poco sobre la estela de los protagonistas de The Big Bang Theory, pero sin la aguda ironía y con el quirófano como telón de fondo. Los manierismos en la actuación de Highmore, que ofrecen un retrato del comportamiento del autista no sin cierto grado de arquetipo, también permiten modelar esa condición de genio que lo aísla de los mortales que lo circundan.
En la nueva telenovela turca, de título original Mucize Doktor, el melodrama permite construir un universo de oposiciones, por ello la clave no radica tanto en el aislamiento del personaje del entorno sino en su enfrentamiento con un antagonista -rol que interpreta el galán Onur Tuna- y en un pasado signado por el abandono y el enigma de la identidad. El recorrido de la historia, que esquiva los mandatos del relato de “procedimiento” que usa la versión norteamericana como el paraguas de su fórmula, sí se nutre de todos los tópicos del melodrama que ya pueden vislumbrarse desde los videos promocionales. Allí, en ese mundo signado por héroes y villanos, por secretos y mentiras, por amores y separaciones, se despliega el nuevo destino del buen doctor, el que lleva el milagro del éxito como última promesa.
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