Besos, Kitty: cómo es el sorprendente spin-off de A todos los chicos de los que me enamoré
Creada y coescrita por Jenny Han, la serie de 10 episodios de Netflix es una sensible producción coming of age que no necesita hacer referencias a la saga de la que se desprende
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Besos, Kitty (XO, Kitty, Estados Unidos/2023). Creada por: Jenny Han. Dirección: Jeff Chan, Jennifer Arnold, Katina Medina Mora y Pamela Romanowsky. Elenco: Anna Cathcart, Choi Min-young, Anthony Keyvan, Gia Kim, Sang Heon Lee. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.
Si tenemos en cuenta que la trilogía A todos los chicos de los que me enamoré se fue quedando sin combustible ya con su segunda entrega en la que cada momento dramático se sentía forzado y sin urgencia, un spin-off de la trilogía de películas basada en las novelas de Jenny Han no parecía, a priori, una idea demasiado estimulante. Sin embargo, como también demostró con la adaptación de otra de sus sagas (la muy buena El verano en que me enamoré, disponible en Amazon Prime Video), cuando es Han quien oficia de showrunner y coguionista, el resultado es mucho más parejo, ajustado y, eventualmente, encantador. Besos, Kitty, la serie de 10 episodios que llega hoy a Netflix, no es la excepción.
La ficción se desprende de A todos los chicos de los que me enamoré, pero focaliza en un solo personaje de las películas protagonizadas por los carismáticos Lana Condor y Noah Centineo: en el de la hermana menor de la familia Song Covey, la Kitty del título (interpretada con frescura por Anna Cathcart), con quien nos reencontramos en su adolescencia, la que vive con cierta monotonía que está buscando quebrar.
Uno de los pocos puntos de contacto entre la serie y los largometrajes es cómo se retoma el vínculo que Kitty había entablado en el último film con Dae (Choi Min-young), a quien conoce en Seúl en un viaje que emprende con sus hermanas y de quien se enamora instantáneamente, con la promesa tácita de volver a verse.
La serie no esconde tampoco el eje que une ambos universos. Al igual que en la saga de comedias en las que Kitty oficiaba de Cupido y se obsesionaba con los intercambios epistolares de su hermana Lara Jean, en la serie la vemos por primera vez hablando con Dae por teléfono, visiblemente hastiada de que la relación siga desarrollándose de manera virtual. Por lo tanto, su espíritu intempestivo la lleva a tomar una decisión aprobada por su padre (John Corbett, en un rol menor): la de terminar la secundaria en una escuela de Seúl.
Aunque A todos los chicos de los que me enamoré había logrado, al menos con su primera parte, revivir la comedia romántica reminiscente a los mejores exponentes de John Hughes, las novelas de Han que se tomaban como base tenían como leitmotiv la importancia de no perder la identidad y de estar en contacto con la cultura familiar. Al tomar la batuta de su serie, en Besos, Kitty los romances tienen un protagonismo ineludible, pero no son el motor de una ficción a la que le urge explorar otras aristas.
El viaje de Kitty, en realidad, está motivado por una necesidad de conocer cómo era la vida de su madre en esa misma escuela a la que ella está yendo, visitar los lugares en los que ella estuvo y desentrañar un misterio que le aporta a la serie una cuota de intriga que se estira más de lo debido. En ese contexto desconocido, la joven rápidamente advierte que su novio, a quien sorprende con su llegada, le oculta varias decisiones que tomó en su vida en los últimos años, entre ellas, mantener un noviazgo por interés y conveniencia con una influencer, Yuri (Gia Kim), con quien Kitty empieza a desarrollar una animosidad que va mutando en cariño sin premura, evitando así el cliché de enfrentar a dos mujeres por la aprobación de un joven.
Besos, Kitty no es una serie demasiado ambiciosa y por momentos resulta un tanto larga, con varios microrrelatos desarrollándose en simultáneo (algunos de ellos poco atractivos), pero la ingenuidad de su protagonista -y la de sus compañeros que navegan la adolescencia con las mismas inseguridades- atraviesa todos los episodios con un abordaje sin estridencias, de manera cándida, similar a lo que había hecho Han con El verano en que me enamoré. Por otro lado, la showrunner da un giro de timón con la historia un tanto llamativo, pero que funciona en retrospectiva, ya que siempre está vinculado a la historia de autodescubrimiento de Kitty, de su deseo de serle fiel a sus deseos, independientemente de las opiniones ajenas.
En cuanto a esto, Han toma un rumbo más que acertado cuando no incluye personajes de A todos los chicos de los que me enamoré (con excepción de las breves secuencias en las que aparece Corbett) para que esta serie vaya adquiriendo una autonomía a la par de su protagonista, quien termina en una encrucijada que parece adelantar la posibilidad de una segunda temporada.
La primera temporada de Besos, Kitty se encuentra disponible en Netflix.
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