Por qué El diario de Mariana renueva sus panelistas
Un programa prolijo, ordenado, con panelistas que no debaten y –menos que menos– se agreden entre ellos. Así es El diario de Mariana, el magazine emblema de Eltrece. A diferencia de otros programas con panel, el ciclo de Mariana Fabbiani se destaca por su pulcritud: nadie interrumpe (menos que menos a la conductora), la información se desgrana de a poco y ninguno de sus integrantes habla sin permiso de la producción. A simple vista, el paraíso televisivo. El costo de alcanzar esa calma televisiva es estricto régimen al que la producción somete a sus periodistas. No todos lo aguantan, razón por la cual el programa va perdiendo integrantes.
La primera en mostrar su descontento con el clima de trabajo fue Karina Iavicoli, quien fue trasladada a otro programa de la productora en ese mismo canal, Los ángeles de la mañana. Después, el que anunció su partida fue Diego Leuco y, a los pocos días, lo mismo hizo Noelia Antonelli, dos históricos del ciclo desde que arrancó, en 2013. Un tiempo antes habían discontinuado las apariciones de Lucas Bertero, especialista en espectáculos, y habían decidido prescindir de Catalina De Elía, que se fue a trabajar al Grupo América. El jueves pasado se supo que Carmela Bárbaro y Luis Bremer también dejaron el ciclo, luego de una negociación salarial que terminó mal. Y tampoco seguirá en 2019 el periodista Pablo de León. En tanto, Martín Ciccioli no está yendo a trabajar hasta tanto se resuelva su situación judicial. Con estas bajas, los sobrevivientes del panel son Marina Calabró (recientemente incorporada) y el notero del programa, Sebastián "Pampito" Perelló Aciar. Además, hace poco contrataron a Raúl Torre, un criminólogo al que citan cada vez que hay un caso policial que amerite su participación. Bertero volvería en calidad de "estable", aunque nunca dejó de trabajar en la producción.
Según fuentes cercanas al programa, los integrantes del ciclo notaron que se perdió la alegría y la cosa lúdica que había al principio. Ante la irrupción de temas políticos, policiales y tópicos más serios, como denuncias de violencia de género y abusos sexuales, se comenzó a vivir en el piso un clima más tenso. La exigencia de tratar temas de actualidad le jugó un poco en contra al programa, que fue perdiendo espontaneidad y alegría. En los 105 minutos que dura el envío, algunos panelistas comenzaron a notar que apenas hablaban y que todo el protagonismo recaía en la conductora y, si bien esto tiene lógica, a muchos les empezó a parecer muy poco decir una sola oración por día. Además, por miedo a hacer intervenciones atolondradas que significaran retos posteriores de la producción, el panel se quedó más callado que nunca y eso hizo que algunos consideraran que había llegado el momento de irse, otros se fueron sin decir nada y, los últimos que se alejaron sintieron la necesidad de contar lo que estaba pasando.
Desde la productora aseguran que no hay conflictos, que cada caso es diferente y que algunos panelistas cumplieron un ciclo, mientras que a otros se les ofrecieron incrementos salariales que fueron rechazados y eso llevó al fin de su participación en el programa.
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