Venganza narco: lo tuvieron cautivo tres días, le amputaron un dedo y le tatuaron “no robes más” en sus partes íntimas
La víctima, de 25 años, fue abandonada por sus captores en un hospital de José C. Paz; había sido dealer de la banda, que lo acusaba de haberse quedado con 50 gramos de cocaína
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No le sorprendió la convocatoria. A., de 25 años, conocía a la persona que le había mandado el mensaje y sintió que era la oportunidad de arreglar la situación incómoda. Pero apenas llegó a la cita, en San Miguel, supo que había caído en una trampa. Lo que no imaginó fue el calvario que iba a vivir durante las 72 horas en las que fue cautivo de la banda de La Gringa, una organización dedicada al narcomenudeo que opera en la zona oeste del conurbano. Al joven lo acusaban de haber robado 50 gramos de cocaína cuando era dealer de los narcos. Y le reclamaban la deuda. Lo maniataron, lo golpearon y lo torturaron. Con una amoladora le amputaron el meñique de la mano derecha. Lo desnudaron y le hicieron un tatuaje “deshonroso” con la leyenda “no robes más”. Finalmente, malherido, lo abandonaron en un hospital de Jose C. Paz.
Así lo informaron a LA NACION calificadas fuentes judiciales. En las últimas horas, tras una investigación de casi un mes, detectives de la Policía Federal Argentina (PFA) detuvieron a cinco sospechosos y ahora buscan a la supuesta jefa de la banda, conocida como La Gringa.
La investigación, a cargo del fiscal Federico Soñora, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N°4 de Moreno-General Rodríguez, comenzó tras la denuncia de las autoridades del Hospital de Traumatología Domingo Angio. La víctima fue abonada cerca de ese centro de salud de José C. Paz el 15 de febrero pasado.
La pesadilla para A. –que ahora es testigo protegido y fue incorporado a un programa de protección que depende de la Policía Judicial de la Secretaría de Política Criminal de la Procuración General bonaerense– comenzó a las 3.30 del 12 de febrero, cuando fue a aquella cita, en San Miguel.
“Supuestamente, A. fue citado en una casa de San Miguel para arreglar la situación que tenía con la banda narco. A él lo acusaban de haberse quedado con 50 gramos de cocaína cuando trabajaba para la organización criminal. Él no lo admitió en su declaración, pero habría sido dealer”, explicaron fuentes judiciales.
La organización, según las fuentes, operaba en Moreno y en otros lugares de la zona oeste del conurbano. Sus búnkeres eran vigilados por “soldaditos” que eran contratados por la banda de La Gringa.
“Una vez que llegó a San Miguel, a la casa de una joven que le había mandado un mensaje y que él conocía, A. fue golpeado en la cabeza con un arma de fuego. También le pegaron patadas en las costillas y lo amenazaron. Lo retuvieron bajo golpes y tormentos. Más tarde, ese mismo día, lo maniataron, le vendaron los ojos, lo encapucharon y lo trasladaron en auto hasta un predio conocido como La Tranquera, en Moreno”, reconstruyó a LA NACION un detective judicial.
En La Tranquera, la víctima fue atada de pies y de manos. La pusieron en una silla y lo golpearon. Continuamente amenazaban con matarlo. Cuando llevaba dos días cautivo le quitaron la ropa y le hicieron un tatuaje “deshonroso”. En una parte íntima de su cuerpo le escribieron tres palabras: “no robes más”.
La faena criminal no concluyó con el tatuaje: a A. le amputaron el meñique de la mano derecha; se lo cortaron con una amoladora.
A las 5.30 del 15 de febrero, cuando A. llevaba cautivo 74 horas, los delincuentes lo subieron a un auto y lo tiraron cerca del Hospital de Traumatología situado en Padre Ustarroz al 5200, en José C. Paz.
“Creemos que los delincuentes decidieron dejar a la víctima en cercanías de un hospital porque se descompuso y no quisieron que se muriera en el lugar donde estaba cautivo”, explicó una fuente que participa de la investigación.
Un día después, el hermano de A. recibió una llamada telefónica; uno de los integrantes de la banda le habló de la deuda de la víctima con la organización criminal. “Fue una manera de reforzar la intimidación”, especuló un investigador.
Rápida pesquisa
Una de las primeras medidas que tomó el fiscal Soñora cuando se hizo cargo de la causa fue la de convocar a detectives de la División Homicidios de la Federal para que colaboraran en la investigación.
“Tras casi un mes de investigación se pudo identificar a los sospechosos de haber participado en el plan criminal y se logró ubicar los lugares donde la víctima habría estado cautiva y los búnkeres donde se vendía droga al menudeo”, dijo un detective con acceso al expediente.
Con la prueba reunida, el fiscal Soñora le pidió a la jueza de Garantías María Celina Ardohain una serie de allanamientos. La magistrada hizo lugar a lo solicitado por el Ministerio Público.
“Durante la investigación hecha por los detectives de la División Homicidios de la PFA se pudo acreditar que el predio La Tranquera, donde estuvo cautiva la víctima, estaba custodiado por ‘soldaditos’, que eran los encargados de vigilar los búnkeres donde se vendían los estupefacientes”, agregaron las fuentes judiciales consultadas.
El personal policial a cargo de los operativos detuvo a cinco sospechosos, secuestró armas y estupefacientes preparados para su comercialización.
“También se secuestró una amoladora, que habría sido la herramienta utilizada para amputarle el dedo a la víctima, y una máquina para hacer tatuajes”, agregaron los voceros consultados.
“Todavía falta detener a La Gringa, la presunta jefa de la banda”, explicaron fuentes judiciales, que resaltaron el trabajo hecho por el equipo coordinado por el fiscal general de Moreno-General Rodríguez, Lucas Oyhanarte y la colaboración de la Secretaría de Justicia y Derechos Humanos de la Municipalidad de Moreno que aportó las imágenes de las cámaras de seguridad.
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