¿El regreso de Estado Islámico? La reaparición de la bandera negra confirma cómo sigue inspirando ataques en el mundo
La masacre antisemita en Sídney mostró que el grupo motiva más ataques que otros grupos terroristas
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WASHINGTON.– En la investigación que llevan a cabo las autoridades australianas para encontrar pistas sobre los responsables de la matanza del domingo pasado en Sídney aparece un indicador recurrente en la mayoría de los actos de violencia más atroces de los últimos años: la bandera negra de Estado Islámico.
Hoy, Estado Islámico (EI), también conocido como ISIS, ya no refiere al extenso “califato” territorial que la agrupación terroristas supo controlar en el desierto de Siria, ni funciona como un faro para reclutar milicianos islamistas de todo el mundo o como símbolo de una organización que tiene un férreo control operativo de sus planes terroristas y su perfil mediático.
Pero el hallazgo de banderas de EI en la escena del tiroteo masivo durante una celebración de Janucá en Sídney sirve como recordatorio de que el grupo sigue inspirando violencia a escala global con más frecuencia y constancia que otras organizaciones terroristas, según la evaluación de funcionarios de seguridad y expertos en terrorismo.

Estado Islámico “dejó de ser una autoridad de gobierno que conmocionó al mundo para volver a su esencia de grupo terrorista sin territorio alguno, pero con miles de miembros”, apunta Bruce Hoffman, investigador principal de antiterrorismo del Consejo de Relaciones Exteriores, un grupo de expertos.
Desde que las fuerzas lideradas por Estados Unidos declararon la derrota del califato, en 2019, “nos olvidamos de EI y lo perdimos de vista”, agrega Hoffman, “pero el propósito y el objetivo de la agrupación siguen siendo los mismos”.
El tiroteo donde murieron 15 personas y decenas sufrieron heridas en Bondi Beach, Sídney, fue el último de una serie de atentados de los últimos años donde las autoridades encontraron banderas negras u otros símbolos de lealtad hacia EI, a pesar de no haber demasiadas señales de una participación directa de su cúpula en el reclutamiento, la radicalización o la asignación de tareas a sus presuntos seguidores.
El primer ministro australiano, Anthony Albanese, aseguró que no había pruebas de connivencia con EI, lo que sugiere que las autoridades aún no habían descubierto vínculos operativos con los líderes de la agrupación. Sin embargo, las autoridades australianas y filipinas confirmaron el martes que los sospechosos, Sajid Akram, de 50 años, y su hijo Naveed Akram, de 24, viajaron el mes pasado a la isla filipina de Mindanao, donde opera desde hace años la rama local de combatientes de EI.

“Parece haber evidencia de que esto fue inspirado por una organización terrorista, por ISIS”, dijo Albanese el martes en conferencia de prensa, y mencionó las banderas de EI encontradas en el vehículo registrado a nombre del sospechoso más joven.
El sábado, la organización terrorista también le recordó al mundo su presencia en Siria con un ataque en el que murieron tres norteamericanos: dos soldados del Ejército y un intérprete civil. Las autoridades de Estados Unidos informaron que esos asesinatos en Palmira fueron perpetrados por un miembro de las fuerzas de seguridad sirias que se encuentra bajo investigación por su presunta lealtad a EI.

Los asesinatos en Palmira se produjeron durante una reunión de la que participaban fuerzas de la Guardia Nacional de Iowa que trabajan con fuerzas sirias para integrarlas al Ministerio del Interior del país, según una persona al tanto del rol de Estados Unidos en Siria.
La amenaza del EI proviene básicamente de combatientes que se esconden entre la población civil. Sin embargo, en los campos de refugiados de Siria hay alrededor de 26.000 personas -en su mayoría mujeres y niños- que podrían ser vulnerables a futuros intentos de reclutamiento, señala la misma fuente norteamericana habló bajo condición de anonimato para referirse a la forma en que Estados Unidos está abordando la amenaza de EI.
Según los expertos, sin embargo, en muchos sentidos el tiroteo en Siria fue un caso atípico, una operación inusual dentro la base geográfica del Estado Islámico, en medio de un patrón más amplio de ataques que involucran a individuos presuntamente autorradicalizados.
La masacre de Sídney se produjo a casi un año de que un atacante, supuestamente inspirado por el Estado Islámico, embistiera con su camioneta matara a la multitud que paseaba por la calle Bourbon de Nueva Orleans la noche de Año Nuevo, donde mató a 14 personas y dejó un tendal de heridos.

El sospechoso, Shamsud-Din Jabbar, era un veterano del ejército norteamericano de 42 años que en las redes sociales había publicado videos en los que declaró su lealtad a EI, y al igual que los atacantes de Sídney, dejó una bandera negra de la agrupación en su vehículo.

El año pasado, EI se atribuyó también en el ataque a una sala de conciertos en Moscú donde murieron al menos 143 personas. También en 2024, la CIA ayudó a desmantelar un complot similar en Austria, al alertar a las autoridades austriacas sobre el presunto plan de EI para matar a cientos de personas durante un concierto de Taylor Swift en Viena. Otros ataques y arrestos vinculados a EI se produjeron en lugares tan dispares como California y Sri Lanka.
La secuencia genera alarma por el resurgimiento del grupo detrás de los espectaculares atentados de hace una década en París, el sur de Francia, y en San Bernardino, California, porque tras ser despojada de su califato territorial se la consideraba una fuerza agotada.
Según funcionarios de seguridad de Europa y los países árabes, en su intento por recuperar protagonismo, EI viene explotando la indignación de los musulmanes por las campañas de Israel contra Hezbollah y Hamas, después de que este último matara y capturara a cientos de israelíes en su invasión transfronteriza del 7 de octubre de 2023.

“Hay un evidente repunte de la presencia de ISIS en las redes sociales” desde la guerra en la Franja de Gaza, declaró un alto funcionario de seguridad árabe que habló bajo condición de anonimato para referirse a un asunto delicado. “Están explotando la indignación emocional de los musulmanes, y como herramienta de reclutamiento utilizan los informes de que hay mujeres y niños musulmanes que son supuestamente asesinados o privados de alimentos”.
EI ya no tiene la presencia online ni el alcance mediático que tenía hace una década, cuando difundía videos de ejecuciones de periodistas occidentales y se burlaba de los líderes mundiales. Sin embargo, las autoridades aseguran que la organización sigue fogoneando la violencia con la publicación online de panfletos que instan a atacar objetivos occidentales por cualquier medio disponible. Según Hoffman, cuando estallaron los incendios forestales del año pasado en el sur de California, los canales de EI en las redes rápidamente comenzaron a alentar a cualquiera de sus seguidores a provocar incendios similares.
No hay constancia de que los sospechosos del ataque de Sídney, padre e hijo, hayan viajado a Siria ni a ningún otro lugar, aparte de las Filipinas. El supuesto linaje sudasiático de la familia también había suscitado sospechas entre los expertos en terrorismo sobre una posible vinculación con ISIS-K, o Estado Islámico del Jorasán, una rama con sede en Pakistán.
Akram padre murió tras balearse con la policía, según las autoridades, mientras que su hijo resultó herido y sigue hospitalizado. El primer ministro Albanese reconoció que Akram hijo ya había estado bajo la lupa de las autoridades de seguridad australianas en el año 2019, en aparente referencia a una investigación que se le inició por sus presuntos vínculos con otros seguidores de EI, según informaron los medios australianos. La investigación sobre los vínculos de Akram concluyó que “no había indicios de que represente una amenaza en términos de participar de ataques violentos”.
Por Greg Miller, Souad Mekhennet y Aaron Schaffer
(Traducción de Jaime Arrambide)
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