Así vigila a los conductores la CBP en Los Ángeles y Chicago: detiene a quienes siguen patrones de manejo
Los agentes instalaron una red de cámaras que reconoce matrículas, registra horarios, traza rutas y alimenta un software que determina si un recorrido puede considerarse sospechoso
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La vigilancia vial en Estados Unidos dejó de concentrarse en los límites fronterizos y avanzó hacia el corazón de las grandes urbes. En ciudades como Los Ángeles y Chicago, muchos automovilistas terminan detenidos, cuestionados y revisados sin saber que un sistema oculto de monitoreo analizó previamente sus recorridos y los marcó como “sospechosos”. Detrás de esas intervenciones aparece un sistema que utiliza lectores de matrículas, algoritmos y una alianza con policías locales para identificar patrones de viaje considerados inusuales.
Cómo la Patrulla Fronteriza extendió su vigilancia dentro de EE.UU. más allá de la frontera
El programa secreto de la Patrulla Fronteriza comenzó hace una década con el objetivo de combatir actividades ilícitas vinculadas al tráfico de personas y drogas.
De acuerdo con la investigación citada por Los Angeles Times, en los últimos cinco años ese esquema creció hasta transformarse en una herramienta de vigilancia masiva que rastrea millones de desplazamientos en carreteras interiores, muy lejos de los límites internacionales.

Los agentes instalaron una red de cámaras que reconoce matrículas, registra horarios, traza rutas y alimenta un software que determina si un recorrido puede considerarse “inusual”. Cuando ese sistema detecta un patrón anómalo -como un viaje breve a una zona cercana a la frontera, un paso por caminos secundarios o el uso de un vehículo alquilado- la información llega hacia oficiales locales, que reciben la indicación de detener el automóvil con cualquier argumento válido.
Los reportes puntualizan que los pretextos suelen ser múltiples: exceso de velocidad leve, no señalizar un giro, un polarizado que no se ajusta a la norma o incluso un aromatizante colgando del espejo retrovisor. Tras la detención aparecen las preguntas sobre rutas, destinos y motivos del viaje, seguidas en muchos casos por registros exhaustivos del interior del vehículo.
Así funciona el sistema de monitoreo de autos del CBP en EE.UU.
La expansión de esta modalidad derivó en un funcionamiento que ya no está limitado a la franja de 100 millas (160 km) desde la frontera, donde la Patrulla posee facultades ampliadas. La investigación describió un andamiaje que funciona como una “operación de inteligencia doméstica”, con la capacidad de actuar en cualquier punto del país norteamericano.

El funcionamiento del sistema de vigilancia, según la información recopilada, se aplica de la siguiente manera:
- Las cámaras capturan datos de patentes en autopistas, rutas secundarias y accesos urbanos.
- Los equipos suelen camuflarse en elementos viales como tambores o barriles para evitar su detección.
- La base de datos se nutre de registros operados por la DEA, empresas privadas y programas locales financiados con recursos federales.
- Un algoritmo analiza lugares de origen, destino y trayecto, y marca los casos que considera “sospechosos”.
- Los agentes federales envían esas alertas a policías locales mediante chats grupales o comunicaciones directas.
- Las detenciones posteriores se justifican con infracciones menores, ocultando que la alerta provino del monitoreo federal.
- Los conductores desconocen que su recorrido activó el interés de la Patrulla Fronteriza.
La presencia de cámaras en zonas distantes de los límites nacionales lo evidencia: la investigación identificó cuatro dispositivos en el área metropolitana de Phoenix, uno de ellos situado a más de 120 millas del límite con México.
Algo similar ocurrió en Detroit, en cuyos suburbios la Patrulla Fronteriza operó lectores de matrículas, y en la zona limítrofe entre Michigan e Indiana, donde el monitoreo cubría tránsito con destino a Chicago.
El debate legal por el rastreo masivo de vehículos del CBP en EE.UU.
La recopilación masiva de datos vehiculares generó cuestionamientos legales. Expertos consultados por Los Angeles Times señalaron que, si bien los tribunales aceptaron históricamente el registro de patentes en espacios públicos, la utilización de redes de vigilancia extensas podría contradecir la Cuarta Enmienda, que prohíbe las búsquedas irrazonables.

El profesor de derecho Andrew Ferguson explicó que los jueces comenzaron a advertir que una tecnología capaz de “capturar a todos, en todas partes y en todo momento” podría volverse incompatible con las protecciones constitucionales.
Para Nicole Ozer, directora del Center for Constitutional Democracy de UC Law San Francisco, el sistema equivale a una recolección masiva de información sobre identidades, costumbres y vínculos, que genera un “arrastre indiscriminado” sin mejorar la seguridad de las comunidades.
La agencia madre, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), defendió estas prácticas bajo el argumento de que permiten identificar amenazas y desarticular redes criminales.
También le aseguró al medio citado que el uso de lectores de patentes se ajusta a un marco normativo estricto y respetuoso de las garantías constitucionales.
Pero la ausencia deliberada de detalles operativos alimentó el desconcierto: exfuncionarios citados en la investigación señalaron que la Patrulla Fronteriza evitó durante años que su sistema apareciera mencionado en informes policiales y documentos judiciales, al punto de proponer abandonar procesamientos para impedir que se revelara información sensible.
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