La aterradora historia de la muñeca japonesa a la que nunca deja de crecerle el pelo
Se trata de una leyenda popular japonesa que se remonta a principios del siglo XX y que tiene como protagonista a una niña que falleció con la muñeca en sus brazos
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Los relatos de muñecas embrujadas suelen tomar diferentes formas en distintos lugares del mundo, pero sin dudas, uno de los más escalofriantes es e4l que nació en Japón con Okiku, una muñeca que, según dicen, tiene el alma de una niña encerrada en su interior.
Todo comenzó en 1932 cuando un joven de 17 años, Eikichi Suzuki, viajó a la ciudad de Sapporo para comprarle un regalo a su hermana Kikuyo, una pequeña de tres años que sufría de una enfermedad terminal. De entre todos los juguetes que vio, eligió una muñeca y se la llevó. La niña la adoró en cuanto la vio y la bautizó con el nombre de “Okiku”.
La muñeca tenía un peinado “okappa”, muy común en las muñecas japonesas tradicionales. El cabello está recortado alrededor de la longitud de la mandíbula y tiene un flequillo corto sobre la frente.
La muñeca se convirtió en la compañera inseparable de la pequeña durante sus últimos meses de vida. Tanto es así que cuando murió, en 1933, lo hizo con la muñeca aferrada a su pecho. La familia, desolada, armó un altar en su casa con las cenizas de la niña y su amada muñeca.
Pero pasados los meses la familia se dio cuenta un extraño fenómeno: el corte “okappa” de la muñeca estaba creciendo. Inquietos por el acontecimiento, lo tomaron como una señal de que el alma de su pequeña estaba presente en el juguete. De esta manera, crearon un ritual que era cortarle el pelo a la muñeca todos los meses.
Así, cuidaron de Okiku hasta la llegada de la Segunda Guerra Mundial cuando debieron dejar su residencia. En principio, llevaron a la muñeca con ellos pero luego se dieron cuenta de que era mejor que estuviera en un lugar seguro. Por eso, la trasladaron al templo de Mannenji en Japón.
Después de pasar por varios templos, la muñeca “poseída” se encuentra hoy en la región de Hokkaido. Cuando la leyenda se extendió por el mundo entero, el lugar se convirtió en un centro turístico que miles de curiosos visitan para ver con sus propios ojos el fenómeno del crecimiento. Hasta incluso, son varios quienes afirman haber sido testigos de la muñeca a punto de llorar con lágrimas en los ojos. Otro dato aterrador asegura que Okiku está abriendo la boca y que en su interior se percibe una dentadura.
Se dice que incluso un examen científico de Okiku confirmó que el cabello era el de un niño humano. Ahora, la muñeca que se exhibe en el templo tiene el cabello hasta las rodillas y, vaticinan, volverá a crecer cuando lo recorten.
LA NACIONTemas
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