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Dormir es fundamental para el bienestar general, pues es el momento en que el cuerpo y el cerebro descansan. La privación del sueño puede tener consecuencias fatales, como fatiga, cambios en el estado de ánimo y hasta un mayor riesgo de tener enfermedades crónicas, como la diabetes y afecciones cardíacas.
Por lo tanto, no es sorprendente que Randy Gardner, quien tuvo un récord mundial por no dormir durante 11 días, sufriera secuelas tras permanecer despierto por 264 horas.
En 1963, cuando tenía 17 años, decidió batir la marca de Tom Rounds, quien había pasado 260 horas sin dormir. Junto a sus amigos, fue a la feria de ciencias de San Diego para conseguirlo. Al inicio fue fácil, pero con los días comenzó a vivir los efectos adversos del experimento.
“Durante años y años he estado hibernando. No sé por qué acepté hablar”, dijo Gardner, quien ahora tiene 67 años.
Sus amigos, Bruce McAllister y Joe Marciano Jr., eran los encargados de ayudarlo a permanecer despierto. Realizaron varias actividades para evitar que se durmiera; caminaban por las playas, visitaban la cárcel del condado a las tres de la mañana y, cada seis horas, le hacían una serie de 20 pruebas para evaluar su estado mental.

Según indicó en una entrevista, los únicos estimulantes que consumió durante la prueba fueron Coca Cola, música a todo volumen, y duchas frías y calientes.
Su experimento se hizo tan popular que el doctor William Dement, investigador del sueño de la Universidad de Stanford, decidió acompañar a los adolescentes en los últimos tres días. El profesional se encargó de estudiar su bienestar físico y emocional, también lo llevaba en un auto convertible con la radio a todo volumen y lo retaba a juegos de pinball.
Luego de 11 días y 25 minutos despierto, Gardner terminó el experimento y exitosamente batió el récord que Tom Rounds había fijado en 1959. Sin embargo, hacia el final de la prueba, sufría pérdida de memoria, dificultad para hablar, alucinaciones y problemas de coordinación.
Después de esto, permaneció dormido durante 14 horas y 45 minutos en el Hospital Naval de San Diego, donde fue supervisado por el doctor Dement y su equipo. Ellos registraron su actividad cerebral, ritmo cardíaco, temperatura corporal, movimientos musculares y presión arterial.
A pesar del prolongado período sin dormir, el joven no mostró efectos negativos significativos y volvió rápidamente a un patrón de sueño regular. Desde entonces, el récord fue superado en varias ocasiones hasta 1997, año en que el Libro Guinness de los Récords dejó de registrar este tipo de logros por motivos de seguridad.
La última persona en batir el récord fue Robert McDonald, quien logró permanecer despierto durante 18 días y 21 horas, es decir, 453 horas y 40 minutos.

Años más tarde, el señor Gardner relató que desarrolló durante décadas un insomnio severo, el cual él mismo relaciona con el extenso tiempo que pasó sin dormir durante su adolescencia.




