Asociadas en el cantero, no compiten por los nutrientes, hacen ahorrar espacio y ayudan a prevenir plagas. Es momento de sumarlas.
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Las buenas asociaciones de cultivos en la huerta traen múltiples beneficios: permiten aprovechar mejor el espacio, previenen la aparición de plagas y sirven para que las hortalizas no compitan por los nutrientes que necesitan. Y en la temporada más fría del año, la remolacha, la cebolla de verdeo y la lechuga son grandes aliadas que te pueden garantizar una aromática y sabrosa cosecha invernal. En esta nota te contamos cómo producirlas y cuáles son sus cuidados y necesidades básicas.
Remolacha
(Beta vulgaris var. crassa)
Siembra: lo que sembramos no son “semillas”, sino frutos que contienen tres o cuatro semillas, por lo que va a ser necesario un raleo posterior. Se multiplica por semillas a siembra directa en el cantero. Hay que hacer un surco de 3 cm de profundidad, regar, aplicar un poco de compost, colocar las semillas, volver a cubrir, y ejercer una leve presión para que entren en contacto con el suelo húmedo. La distancia recomendable entre plantas es de 15 o 20 cm. Si los plantines están muy juntos y se corre el riesgo de romper las raíces del plantín seleccionado para que se desarrolle, es conveniente cortar con tijera los plantines cercanos, pero no arrancarlos. También puede hacerse un almácigo. Cuando tienen de dos a cuatro hojas verdaderas, se los trasplanta a su lugar definitivo respetando la distancia indicada.
Cuidados: prefiere un suelo profundo y fértil, aunque soporta los que son algo pesados. Es medianamente exigente en cuanto a nutrientes y se desarrolla mejor en una exposición a pleno sol. Tolera algo de sombra y zonas húmedas de la huerta. El riego debe ser frecuente y regular. Cuidado con la falta de riego. Si el suelo se seca, las remolachas se endurecen y al volver a regarlas, se agrietarán.
Cosecha: Se cosecha la planta entera, tomándola de la base de las hojas y tirando con suavidad hacia arriba cuando se observa la raíz engrosada, redondeada, que emerge de la superficie del suelo.
Cebolla de verdeo
(Allium cepa L.)
Siembra: en almácigos con posterior trasplante. Puede también reproducirse por la plantación de bulbos; con esta modalidad se acorta el tiempo de cosecha a sesenta días.
Cuidados: requiere pleno sol, pero soporta media sombra. Prefiere los suelos sueltos y con buen drenaje. Los plantines se trasplantan a una distancia de entre 6 y 8 cm. Hay que aportar cantidades moderadas de compost.
Cosecha: entre junio y agosto, cuando se observa la base rojiza algo engrosada y las hojas de un verde intenso.
Lechuga
(Lactuca sativa)
Siembra: Su cultivo puede iniciarse por siembra en almácigo con un trasplante posterior, o bien por siembra directa con un raleo posterior. Es importante escalonar las siembras para obtener, también, cosechas escalonadas. De esta forma, se evita la floración, con el consecuente endurecimiento de las hojas y el sabor amargo.
Cuidados: Se desarrollan bien en suelos fértiles, ricos en materia orgánica y con buena capacidad para retener la humedad. Son medianamente exigentes en cuanto a nutrientes. Si el cultivo precedente tuvo un aporte generoso de compost, se desarrollarán de manera saludable hasta su cosecha. Esto es lo que sucede con las lechugas de otoño-invierno que se pueden cultivar donde en verano prosperaron los tomates, ajíes o berenjenas. La distancia entre plantas puede diferir según la variedad, pero suele ser de 20 o 30 cm. Si hay un exceso de abonos nitrogenados o de compost fresco, podemos tener problemas con la presencia de pulgones. El exceso de riego y la humedad promueven podredumbres y ataque de babosas.
Cosecha: La Maravilla de las cuatro estaciones o la Red Salad Bowl son variedades perfectas para la huerta familiar durante el invierno. Resisten el frío y pueden ser cosechadas “por hojas”, sin descalzar toda la planta. Esta forma de recolección permite alargar durante más de un mes el tiempo de cosecha, y se consumen las hojas externas que son las más ricas en clorofila, nutrientes y minerales. Otras, como la Criolla o la Gallega de invierno, se descalzan totalmente, o bien se cortan con cuchillo.
Las variedades de hojas sueltas son más sensibles a las enfermedades (mantecosas y francesa). Las arrepolladas son más resistentes.
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