Con los primeros soles de la primavera llega la necesidad de disfrutar del verde. Sin alejarse de la ciudad, los dueños de estos departamentos pudieron armar sus oasis en la ciudad.
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Quien tiene un departamento con terraza o un gran balcón en la ciudad sabe que la suya es una joya difícil de encontrar. Así como en algún momento el edificio con cochera, amenities o seguridad eran lo más requerido entre quienes vivían en la ciudad, en los últimos años la mayor aspiración está en los departamentos que tienen un espacio afuera. Equipados con parrilla, paisajismo a medida y mobiliario lo suficientemente cómodo como para que funcionen como un ambiente más, los balcones y las terrazas son hoy el requisito obligado de cualquier proyectos inmobiliarios y el sueño de unos miles. Acá una selección de algunas de las últimas casas en las que la terraza y el balcón son el espacio soñado.
Casa en altura
Las terrazas fueron un factor determinante en la decisión de Juan José Matijas y Roberto Cardillo Moreno de comprar los pisos 13, 14 y 15 del edificio de los años sesenta en el que viven. Amantes del Mid Century y coleccionistas, la pareja de interioristas a cargo de Estudio DI | Diseño de Imagen buscaba disponer de espacios al aire libre en el corazón de la ciudad donde trabajan y cultivan la estética que los identifica.
La premisa en la reforma fue hacer del departamento una casa en altura. Así fue que en el punto más alto de la propiedad construyeron un cerramiento de vidrio y hierro de demolición que aloja plantas subtropicales y sus máquinas para hacer de ejercicio. El gimnasio es un microclima tropical de cara a las alturas porteñas. La orientación noroeste asegura vistas a las infinitas combinaciones del atardecer.
Juanjo y Roberto se fijaron qué especies crecían en la zona. Con esa referencia y algo de prueba y error, crearon su oasis urbano.
La vegetación incluye ligustros, olivos, crespones, cactus, suculentas y aromáticas. ”La vecina de enfrente nos trajo una botella de champagne, para agradecernos la nueva vista”, cuentan satisfechos.
Nuevas formas de vivir
Juan Pedro Rubio y Carola Moris son arquitectos: él, socio del estudio de arquitectura e ingeniería Cubero Rubio, ella, fundadora de estudio MeMo junto con Patricia Mezzadra. Matrimonio y colegas, el departamento al que se mudaron junto con sus dos hijos, de 4 y 7 años, es el resultado de un perfecto trabajo en equipo.
Juan Pedro fue responsable de la construcción del edificio, mientras que Carola llevó adelante el interiorismo en su piso. Los extensos decks, canteros, el pasto y pileta son parte del ideario que también está presente en el resto del masterplan y propone una “idea de casa propia dentro de un contexto colectivo” . Una búsqueda que celebre “formas de vida menos estandarizadas y más cambiantes”.
"Aprovechando que la unidad tiene más superficie exterior que interior, algo atípico en la ciudad, intentamos que en todo momento se refuerce la sensación de estar en una casa."
Arq. Carola Moris, socia de Estudio MeMo y dueña de casa
Las medianeras de este edificio tienen una altura baja marcada por el código urbano, por lo que las paisajistas sugirieron colocar tutores de hierro con enredaderas que sobresalen del nivel y que no solo dan más privacidad al sector de pileta, sino que cortan con el blanco pleno de la pared.
“Toda la planta alta es una terraza propia, de 90m2, con parrilla, baño, pileta y un colchón de pasto y canteros. Un oasis maravilloso”
Pied-à-terre
La terraza era el único punto remarcable de la propiedad. Eso y la ubicación. Enclavado en las mediaciones del zoológico, el dos ambientes pertenece a una pareja de extranjeros que visita regularmente la ciudad. A aunque amaban su terraza, entendían que el lugar necesitaba una inversión importante para mantenerlo: era eso o vender. Después de mucho meditarlo, se decidieron por una reforma integral que encomendaron a la diseñadora de interiores Alejandra Nusenovich.
“Los dueños dudaban si hacer una gran inversión, pero estaban enamorados de la terraza, algo que no es tan fácil de encontrar en un departamento de dos ambientes.”
Aunque no viven acá, los dueños del departamento visitan Buenos Aires todos los años y disfrutan de prestársela a sus amigos viajeros. Esa premisa fue fundamental para dar forma al proyecto y a la terraza, que necesitaba de un bajo mantenimiento. “La idea era que especies y materiales fueran resistentes para que, cuando los dueños vinieran, estuviera todo listo para ser usado”, cuenta Nusenovich.
El paisajismo es sencillo y sigue la misma lógica del departamento: con visitas de riego mínimo y mucho sol, los cactus, suculentas y palmeras sobreviven sin problemas.
Nueva vida
Tener un patio tropical en un departamento (y en un barrio tan urbano como Caballito) es el sueño de muchos y aquí se hizo realidad. A metros de una de las avenidas más arboladas y pintorescas de Caballito, Santiago Fiore encontró un departamento de construcción noble en un edificio a estrenar con espacio para recibir a sus hijos (una mujer y un varón adolescentes). Sin dudas, un buen un lugar para asentarse tras su separación.
“El patio es un lugar que disfrutamos los tres. A la mañana, tomamos unos mates juntos; cuando cae la noche, encendemos el fogonero. Es muy real la buena energía que transmite el verde”, dice Santiago.
Lo que antes era un espacio olvidado, se convirtió en un lugar cautivante que se vive al máximo porque tiene conexión directa con cada uno de los tres dormitorios.
Balcón terraza
Quienes viven en departamentos altos saben los retiros del edificio desde la línea municipal esconden los mejores balcones terraza. Tal es el caso de Ana Ottone, cofundadora del estudio Ottone-Victorica, que encontró en un octavo piso en Palermo un balcón con el ancho suficiente para montar un buffer verde que amortigua el ruido y el aliento de la ciudad.
“Siempre supe que el balcón-terraza no era para mirarlo desde adentro nomás, sino para habitarlo; es la joya del departamento. Por eso, las ventanas del comedor se pliegan sobre el muro y desaparecen para fusionar ambos espacios”, cuenta.
La arquitecta cambió instalaciones, demolió muros e incorporó distintas texturas en los ambientes, que ahora están mejor conectados y reciben más luz natural. “Lo equipamos con muebles que ya teníamos; el interiorismo no lo aporta tanto el mobiliario, sino la exploración de texturas, los toques de color y la búsqueda de que las especies plantadas en el balcón se cuelen por donde puedan”, aclara.
“La paisajista Clara Victorica puso plantas frondosas para dar privacidad y aislarnos de la ciudad. Este balcón, medio selvático y con glicinas colgantes, nos hace olvidar el contexto del edificio”.
“Paso mucho tiempo al aire libre, soy fanática de las plantas y suelo tener muchas de interior. Acá, con más espacio, pude apostar a armar un pequeño jardín”, cuenta la arquitecta sobre la propiedad que encontró en la zona del viejo zoológico porteño.
A puro color
Ramiro Suárez se presenta en Instagram como “El chico de los colores” y un vistazo a su casa es suficiente para entender el por qué. Nacido en Santiago del Estero, estudió Diseño de Interiores en Córdoba y vive desde hace once años en Buenos Aires, ocho de los cuales pasó en este departamento de dos ambientes de Villa Ortúzar. Plantas, tonos vibrantes y objetos nuevos o recuperados le dan al espacio su identidad, puertas adentro y afuera.
“Hoy me toca vivir en la ciudad, pero amo la naturaleza. Por eso armé mi mundo incorporándola donde pudiera”, dice Ramiro sobre el clima exuberante que le dio. La profundidad del balcón les dio la oportunidad de tener un generoso espacio al aire libre para trabajar, comer algo rápido o descansar en la hamaca paraguaya.
En etapas
Cuando Axel, un profesional de la comunicación y las relaciones públicas, le encargó al arquitecto Juan Pinilla la remodelación de su PH de 58m2 fue muy claro en sus necesidades: optimizar el espacio para recibir a sus hijos y lograr un espacio que reflejara su personalidad y la estética de la zona. Con esas premisas empezaron una reforma que se concretó en etapas.
En el último piso de la propiedad logró la suma de los placeres de la vida porteña: aire libre, agua y vista abierta en el corazón de Palermo. Aprovechando la oportunidad se generaron tres situaciones de uso: un hidromasaje protegido por vegetación perimetral, una parte abierta para tomar sol y un área cubierta.
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