Carla van Praet y Germán Vigil son apasionados de la geografía acuática del Delta, de la posibilidad que ofrece de desconectarse y reconectarse con otra sintonía que vibra al arrullo del río y al canto de los pájaros. Pasaron más de 15 años navegando sus riachos, alquilando una y otra casa sin encontrar el refugio perfecto para un paisaje tan singular. "Ninguno de los lugares potenciaba lo que buscábamos en la isla: el contacto profundo con la naturaleza de un modo confortable y amigable con el entorno", cuenta Carla.
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Un día se aventuraron por el río Urión, un canal rústico y solitario que nace a 500 metros de la intersección con el río San Antonio. En una curva de su cauce descubrieron su lugar en el mundo: un terreno con laguna central propia apostado frente a una reserva natural a la que no llegaban las lanchas colectivas. .
En ese escenario de ensueño nació La Cantorrana, una de las dos cabañas de alquiler que conforman Isla Verde Lodge y que levantaron con el método norteamericano de construcción balloon frame a fuerza de mucha paciencia para respetar los tiempos de la tierra y las crecidas del agua, de una logística intachable obligada por la presencia del río y de aprender a bailar al compás de un terreno que se transforma a cada instante.
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"Las casas de hormigón que se abandonan en la isla quedan ahí por años. Diseñamos la nuestra en madera bajo el concepto de que vamos a estar en la Tierra por un corto tiempo. Este material es más respetuoso con el entorno y flexible, como la base del terreno".
Días de galería
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"Hicimos dos galerías: una al este, para aprovechar el sol de la mañana; otra al oeste, para disfrutar del atardecer".
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Construida sobre pilotes al pie de una laguna privada, el muelle de La Cantorrana evoca la proa de las chatas isleñas
Interior cálido y confortable
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"Apostamos al vidrio repartido con paños coloreados en los bordes para crear la sensación de estar en un jardín de invierno y darle al espacio social un tinte de época".
Clara y Germán diseñaron este damero que simula un parquet con placas de 30x30 en fenólico laqueado. El ventanal de hierro fue diseñado a medida. Su estructura, que combina cuadrados pequeños con vidrios de colores suaves en el perímetro y paños más amplios en el centro para no interrumpir la vista, se amalgama con un conjunto de muebles antiguos heredados y con algunos hallazgos en la Feria de Anticuarios del Tren de la Costa, como el juego de comedor y la cómoda.
"Para iluminar los ambientes elegimos una luz tenue, indirecta, que permite ver hacia el exterior durante la noche".
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"En verano se disfruta el afuera. El invierno, en cambio, deja vivir la casa con rituales como contemplar el atardecer, copa en mano, al calor de la salamandra".
Un chapón amurado sobre el machimbre delimita este espacio y aísla la madera del calor. El tiraje de la salamandra recorre el interior de la casa y calefacciona, también, la planta alta. Un par de butacas heredadas componen este rincón protagonizado por la salamandra (Tromen). Sobre ella, un pez (Oficio Mudo) y un cactus de madera (Nada Se Pierde).
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Sobre la cómoda vintage, un marco encierra una carta náutica de las secciones Primera, Segunda y Tercera. Además de aportar un elemento decorativo de estilo náutico, permite que los huéspedes tomen contacto con la ubicación y la geografía del lugar.
Cocina en verde, blanco y madera
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"Elegir los muebles fue un desafío. Optamos por el pino pintado con sintético mate como una solución económica y linda que, además, nos dio la posibilidad de trabajar con gente de la zona".
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"Llegar a tener este confort en la isla no es fácil y es una tarea que no se termina nunca. Es un metejón: hay que ponerle mucho amor, todo el tiempo".
Descansar sin reloj
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La estrella del baño es una bañadera antigua restaurada que convive con un espejo con marco confeccionado por Germán.
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"Nos gusta que nos despierte la luz para levantarnos más temprano y disfrutar del lugar. Al amanecer se escucha llegar a las parejas de chajás, que se posan sobre los árboles".
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Los cielos, inmensos, son el marco perfecto para esta casa de un estilo isleño tan bien logrado que parece haber estado allí por siempre.
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"La isla nos fue guiando. Es dinámica: hasta la tierra se mueve. El agua crece, baja; un día hay playa, a las tres horas no hay más. Creamos rincones para ser testigos de esos cambios".
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Un paisajismo diseñado con plantas autóctonas –como el ceibo y las palmeras pindó– combinadas con otras especies que habitan el Delta –como el sauce y el formio–, es el marco perfecto para esta galería con muebles a medida.