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Rocas que cobran diferentes formas y se convierten en rostros parlantes; ramas y árboles que parecen personas mayores o animales gigantescos; gusanos que caminan por la ropa; arañas que invaden los brazos y no dejan un centímetro de piel al descubierto; duendes, dragones e incluso presencias del más allá que interrumpen la concentración y generan temor hasta en el más valiente de los aventureros.
Terminar una carrera que supere los 100 km es sencillamente una hazaña épica. Pero no solo se trata de un esfuerzo físico fuera de lo común, sino que el recorrido pone a prueba a las mentes más poderosas. Las horas de soledad, las inclemencias del clima, la comida especialmente adaptada y preparada para ese objetivo pero, sobre todo, el cansancio, pueden jugar una mala pasada. Y, en esos casos, cuando hasta las mentes más fuertes flaquean, el rendimiento cognitivo puede afectar sin lugar a dudas el rendimiento físico.
“Pensé que era Barack Obama”
Nickademus Hollon es un experimentado corredor que en 2014 se llevó el segundo puesto en Tor des Géants (su nombre significa Tour de los Gigantes), una mítica carrera que transcurre rodeando los cuatro gigantes de los Alpes: Mont Blanc, Grand Paradiso, Monte Rosa y Cervino. Con epicentro en el corazón de los Alpes, es una de las carreras más duras del mundo. Los participantes cuentan con un total de siete días para completarla. Durante ese tiempo la organización no impone etapas, cada runner debe administrarse los descansos y paradas para superar el equivalente en kilómetros a unos ocho 8 maratones de montaña con 24 mil metros de desnivel positivo acumulado de día y de noche, bajo lluvia, sol y oscuridad.
En 2014 Hollon -originario de San Diego, Estados Unidos- culminó el desafío en 76 horas y 29 minutos. Durante ese tiempo, solo durmió un total de una hora y cuarenta minutos. Acostumbrado a los esfuerzos fuera de serie, ya había experimentado en otras carreras, algunas alucinaciones vinculadas a la falta de sueño. “Bajé la marcha por unos segundos para sacarme la campera impermeable que llevaba puesta y guardarla en la mochila. Cuando miré hacia atrás para buscar a mi amigo que me acompañaba desde el comienzo, lo vi transformado en un monstruo con la mitad de su cuerpo destrozado y los intestinos para afuera. Sabía que era una alucinación e hice mi mayor esfuerzo para continuar corriendo y no asustarme”. Ese hecho, que ocurrió en el tercer día de la carrera, cerca de las tres de la madrugada, lo motivó a recoger testimonios de otros corredores que, como él, habían cruzado la meta.
Entre otros relatos, pudo saber que muchos experimentaban el fenómeno de las rocas parlantes; de las ramas o árboles que se convertían en perros o personas ancianas; de los duendes de la buena suerte o los osos que acompañan durante el camino; de vacas confundidas con fotógrafos y con las que se entablaban conversaciones ode escuchar el sonido de las campanas de la iglesia aunque estuvieran en medio de la montaña. Sin embargo, la historia más “original” llegó de la boca de un corredor de Irlanda. “Estaba totalmente convencido de que me había convertido en Barack Obama”, entonces presidente de los Estados Unidos, “y que me encontraba de incógnito en las montañas para salvar al pueblo de una guerra nuclear”. Completamente ajeno a la carrera en la que se encontraba, aseguraba que su misión era liderar el pueblo hacia un nuevo orden y evadir a los agentes secretos que lo perseguían (y que en realidad eran otros corredores, como él).
“La privación total del sueño o la restricción crónica y parcial del tiempo de sueño afecta a nuestra salud psicológica, social y biológica. Es clara la reducción en nuestra capacidad de mantener la atención y de reaccionar velozmente ante un estímulo, pero se conoce también que hay un deterioro en la consolidación de la memoria, en la estabilidad emocional y en el desarrollo de nuestras funciones mentales superiores, como la capacidad de realizar múltiples tareas en simultaneo, la planificación y la toma de decisiones correctas”, explica Agustín Folgueira, médico especialista en Neurología, que actualmente trabaja en la Sección Trastorno del Sueño del Hospital Italiano de Buenos Aires.
En 2016 y 2018, el ultramaratonista brasilero, licenciado en Educación Física, entrenador y representante de ITRA en Brasil, Sidney Togumi quiso completar el reto y no fue ajeno a este tipo de experiencias. “Vi rostros de personas en los árboles, luces que se encendían y se apagaban en la noche más cerrada de montaña o una persona volando por encima mío al amanecer mientras trepaba el filo de una montaña”, recuerda.
Aunque en esa ocasión sintió miedo ya que no sabía si realmente estaba sucediendo lo que veía o se trataba de una trampa de su mente, asegura que haber completado los 330 km de Tor des Géants le permitió estar mejor preparado para futuras carreras. “Hoy cuando participo en carreras de más de 48 horas, sé que voy a tener alucinaciones y ya no me asusto”. De hecho, fue tal el aprendizaje que vivenció en las 140 horas que le llevó la travesía que escribió “Gigante. 330km corriendo por el Valle D´Aosta”, un libro con información clara y concisa de cada día que pasó en carrera.
“Me juró que vio una monja vestida de blanco”
En otras latitudes, todos los años los corredores más experimentados -pero también los que recién se inician en el deporte- eligen una carrera que se desarrolla en abril en la ciudad de San Martín de los Andes, provincia de Neuquén, y que tiene el prestigio de ser reconocida como una de las mejores de la Argentina y del mundo. Patagonia Run forma parte de Spartan Trail World Championship y ofrece la opción de correr 10k, 24 k, 42k, 70k, 110k y 100 millas (160 km) -además de la modalidad vertical race-.
Recorrido perfectamente señalizado, advertencias en zonas de peligro, personal de asistencia disponible en todo momento y en todas las distancias, puestos de abastecimiento con lo necesario para el corredor de montaña y servicios médicos son algunas de las referencias que la han convertido en una marca que deja su huella en los paisajes patagónicos.
Lo que pocos saben es que la carrera pasa a unos pocos metros de una capilla abandonada que, además, tiene un cementerio. Con madera de coihue, la capilla construida en 1933 tuvo como objetivo que los pobladores de la estancia y aserradero Quechuquina, tuvieran un lugar donde realizar ceremonias religiosas. La historia cuenta que la familia Ragusi, pionera del pueblo de San Martín de los Andes y que tenía un aserradero en Ruca Ñire, ofreció la madera. Colaboraron voluntariamente trabajadores del aserradero de la estancia. En 2001, a través del Parque Nacional Lanín, se restauró para darle valor paisajístico e histórico.
A esta historia se suman las quienes hablan de “los espíritus del cerro Colorado”. El mito revive cada año gracias a las historias de corredores que durante la noche dicen haber visto o sentido presencias extrañas. “Sin ir más lejos, en 2021 un corredor de 100 millas me juró que subiendo el cerro Centinela había visto una monja vestida de blanco que al acercarse desapareció”, relata el periodista y ultra trail runner Pablo Berisso que este año corrió los 160k.
Hace más de diez años que Jorge Soto (39) corre ultra distancias. Es un fotógrafo aficionado que vive en el sur del país. Participó de la carrera en diferentes oportunidad y da fe de ciertas presencias inexplicables que suceden en esos caminos de montaña. “Eran aproximadamente las 4.30 de la madrugada cuando salí del lago Lacar y comencé a encarar el sendero que lleva al Pas Coihue. Allí, de pronto, vi una chica vestida con ropa clara y caída sobre el sendero. La saludé pensando que venía con otra persona y mucho menos así vestida. No entendía qué hacía por ahí a esa hora, me pareció extraño. Eso ocurrió luego de unas once horas de carrera. Después sentí mucho cansancio. En ese momento no le di mayor importancia al asunto. Pero tiempo después empecé a escuchar historias similares y debo confesar que me generó ciertas dudas”.
Otro corredor de lo los 110k también relató un hecho similar. Ocurrió unos kilómetros antes de cruzar el pass Quechuquina, una hora y media antes del amanecer. Allí vio, de frente, dos sombras negras del tamaño de una bolsa de consorcio. Además escuchó voces en el bosque oscuro; esas voces hablaban una suerte de lengua mapuche. Luego de esa experiencia, la adrenalina de experimentar algo completamente desconocido y sobrenatural, lo acompañó por varios kilómetros más, especialmente cuando tuvo que atravesar el lago Lacar de noche.
Las alucinaciones son frecuentes en sujetos que experimentan somnolencia excesiva luego de estar expuestos a una privación del tiempo de sueño y un entrenamiento físico intenso. Cuanto mayores sean estas exigencias, mayor será el impacto negativo que este tendrá en su rendimiento. “Si bien desde la neurología no encontramos una explicación en el contenido de las alucinaciones, suelen describirse representaciones visuales paranormales sin relación con la realidad o la percepción de una presencia cercana en el lugar”, concluye Folgueira.
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