Una pareja contactó a la arquitecta Lucía Guerberoff para darle a su anodino (pero impecable) tres ambientes en San Isidro un interiorismo centrado en generar amplitud y calidez
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“La casa estaba impecable pero no tenía onda. Los clientes se habían mudado recientemente y estaban buscando muebles cuando se dieron cuenta de que querían a alguien que los acompañara en el proceso. Ahí surgió la idea de contactarme”, nos cuenta la arquitecta Lucía Guerberoff. “Como disfrutan mucho de las reuniones sociales, querían que la casa estuviera linda para recibir amigos”.

“Lo primero que me pidieron fue un mueble para el living: habían visto un diseño que yo había hecho para otra obra y me contactaron por redes sociales. Cuando escuché sus necesidades, les ofrecí abarcar todo el interiorismo del departamento y les encantó la idea”.

“En este sector, pusimos un artefacto de iluminación que tiene un doble efecto: una bandeja que da luz indirecta hacia el techo, para una situación más relajada, y unos focos orientables con una luz más potente”.

“Los clientes fueron muy permeables. Tomaron con alegría las propuestas más osadas, y eso estuvo bárbaro porque cambió muchísimo el departamento respecto a cómo estaba”.

“Si bien el departamento es chico, tiene mucha luz natural y se podía generar una sensación inversa al trabajar con distintas escalas y piezas gigantes”.
Neutros con carácter
Para la paleta de colores, optaron por una combinación sofisticada y elegante. “Su búsqueda inicial fue por la biblioteca protagonista en negro; después, elegimos un tinte arena para las paredes, que se reitera en las piezas más grandes para ganar luminosidad”.

Para darle textura y carácter al sector del comedor, se realizó un entablonado en la pared con varillas de madera de poco espesor que pueden usarse para apoyar objetos decorativos.

“Estar es una mesa con mucha información: dos patas gigantes, una terminación craquelada en la superficie similar a un cuero, pero con un tratamiento laqueado. El color claro hace un doble discurso: imponente y tranquila a la vez”.

En menos de 80m2, la arquitecta apostó por piezas de gran tamaño para generar un microclima y maximizar el espacio.


Dos dormitorios
Para el dormitorio principal, Lucía buscó recrear la atmósfera de un hotel a través del uso de varias capas y texturas. La cama combina un doble respaldo: uno realizado en madera de petiribi lustrado con mesas de luz flotantes incorporadas, y otro tapizado para más confort y calidez.

“Como pasaba en el resto de la casa, las cosas estaban sueltas, les faltaba una vuelta más. Armamos un mueble lo más sutil posible para la TV, la barra de sonido y una línea de cajones mini para tener una visual más linda desde la cama”.


En el segundo cuarto, pensado como espacio de trabajo y futura habitación de huéspedes, se planteó un mobiliario a medida que responde a ambos usos. Frente a la ventana, un escritorio flotante con una biblioteca que bloquea la salida a un balcón mínimo y sin uso para aprovechar la luz natural.

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