Una enorme puerta de color aguamarina fue la primera señal de que había llegado a buen puerto. Además de un paisajismo tropical y una construcción sin terminar que les permitiría imprimir su sello.
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De regreso en la Argentina después de algunos años de estadía en Singapur, Maite Lizarribar y su marido buscaban una casa en el mismo barrio en el que habían vivido antes de irse, pero esta vez más grande, teniendo en cuenta el rápido crecimiento de sus tres hijas. En la recorrida, la casa de la puerta de tres metros de altura de un tono ‘Acqua’ tan parecido al mar cristalino trajo de inmediato a su orilla recuerdos de Asia.
Cuando entraron, el flashback fue más intenso aún: la pileta flanqueada por árboles añosos y el paisajismo tropical, sumados a la amplitud de los interiores de doble altura, los transportaron a la atmósfera de esas escapadas a la isla de Bali que tantas veces disfrutaron. Había otro detalle, que los convenció: la construcción no estaba terminada, lo que les permitiría imprimir su sello personal.
"A primera vista, la pileta rodeada de casuarinas, la luz natural y la amplitud nos trajeron buenos recuerdos de algunos de los lugares que conocimos en el sudeste asiático. Era justo lo que buscábamos"
Maite Lizarribar, dueña de casa
Fluida intuición
Con muebles que trajeron especialmente de Asia y sobre una infalible base neutra, Maite se concentró en una ambientación que destacara la comunicación fluida entre los interiores, la galería y el jardín, que en la vida cotidiana se usan como si fueran un único y gran espacio común. Siguiendo los dictados de la intuición, logró un clima que acompaña la arquitectura de la casa y fusiona lo mejor de las experiencias vividas con la esperanza de un nuevo y prometedor comienzo.
En el comedor, mesa de teca y juego de sillas ‘Avril’ (Vincent Sheppard) con base de roble. Las sillas y los sillones de la cabecera están confeccionados en Lloyd Loom, un complejo tejido hecho con hilos metálicos cubiertos en papel kraft.
"Veníamos de una casa más chica y queríamos darnos el gusto de proyectar espacios amplios que funcionaran como puntos de encuentro"
El living y el comedor están unificados por los accesorios, cuadros y textiles en mostaza, verde y tonos neutros. Con el ventanal que se abre casi por completo y el piso de porcelanato que continúa en la galería, casi no se percibe la diferencia entre interior y exterior.
Se aprovechó la doble altura para abrir rajas con paños fijos que acercan el paisaje del jardín y traen una cuota extra de luz.
El follaje frondoso que asoma desde la ventana determinó la ubicación de los sillones: es otra evocación de los paisajes exuberantes a los que se acostumbraron.
"Elegimos de a poco lo que queríamos traer de Asia: piezas artesanales y durables que transmitieran calidez"
Cocina aparte
Maite lideró las reformas sin obra en la cocina, que estuvieron a cargo de Luz Bruzoni (Bruca Deco). Cambiaron la campana, los tiradores de los muebles y agregaron los estantes sobre la mesada, que suman apoyo sin invadir la visual. También hicieron el frente del vajillero de madera ranurada, en sintonía con la base de la isla. “Comemos todos los días aquí”, dice Maite.
"La cocina separada del resto de los ambientes es una nueva experiencia que disfrutamos mucho. En la casa anterior, estaba integrada al comedor diario y al playroom"
Dormitorios
Creativa y audaz, Olivia, la hija mayor, cambia constantemente la deco y los colores de las paredes de su dormitorio, que para las fotos tuvo un apacible tono neutro. Maite es su aliada en cada renovación.
Los almohadones acompañan el tono gris de la pared
Habilidosos y entusiastas, Maite y su marido trabajan cada vez que pueden en la casa. Juntos, cambiaron el revestimiento cementicio gris oscuro por un blanco que le da más aire y luz al baño que comparten Jacinta y Matilda.
Exterior, límites difusos
La mesa de lapacho, que vino de la casa anterior, es más grande que la del comedor interior, un dato más del uso cotidiano de la galería. Maite mandó a hacer los sillones de la cabecera, las sillas y las banquetas de la barra a Jorge, un mimbrero de confianza. “Si hay algo que arreglar, ya sé a quién recurrir”, dice la dueña de casa, que trabajó en una fundación que alienta la formación en oficios. Lámpara colgante traída de Singapur.
En uno de los sectores, organizaron un living íntimo y acogedor con muebles de exterior en madera y fibras naturales.
En el centro del lote y con 15 metros de largo, la pileta rodeada de árboles y buxus se lleva todas las miradas desde la entrada.
"El espacio del fogonero, con sillones curvos, es nuevo y resultó prodigioso. Cuando el sol llega a la galería, nos refugiamos aquí por varias horas"
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