Por: Mariela Schaer
Steve Martino nació en 1947, en Arizona. Estudió Arte y Arquitectura en la universidad estatal y trabajó en varios estudios de arquitectura. Pero a Martino le parecía que debía abarcar el espacio exterior; para eso, comenzó a trabajar con Ron Gass –un productor de plantas autóctonas de su natal desierto de Sonora– y se conectó con la botánica, las plantas nativas y la valoración de los recursos naturales. Cuando abrió su propio estudio a fines de los 70, se proclamaba como "diseñador del espacio exterior".
Su objetivo fue siemprereivindicar lasplantas autóctonas celebrando el desierto. En los primeros tiempos, le costó encontrar clientes que entendieran su concepto. Pero trabajando duro, consciente de cuáles eran sus objetivos en cada diseño, pasó del anonimato a la consagración, y hoy es admirado por sus colegas contemporáneos y adorado por las nuevas generaciones.
Antes el "desierto" se asociaba a lo seco y el "jardín" a césped con plantas, pero Martino impuso un término impensado: "desert gardens" [jardines desérticos].
Martino se reinventa en cada proyecto y pone énfasis en la ecología, utilizando la flora del lugar. Estudia el ecosistema circundante y evita el derroche de recursos, sosteniendo siempre el objetivo de que el impacto de la ejecución y mantenimiento de sus proyectos genere el menor gasto energético posible. Proclama que lo más importante es conectar el interior con el exterior, definiendo "el exterior" como aquello que aparece fuera de sus jardines.
También pone énfasis en utilizar las plantas que la naturaleza aporta de manera espontánea en los alrededores, en vez de exigir jardines con césped y árboles que quieren imitar "bosques ficticios".
Ayudado por la estética equilibrada de sus diseños, impuso su estilo y su idea de proteger lo local, que se constituyó actualmente en un sello cultural de Arizona. Desde que se arriba a ese estado y se toman las autopistas que llevan a la ciudad, pueden verse los árboles nativos que impuso Martino en sus diseños, las maravillosas matas de cactáceas que dan ritmo e identidad al camino, suculentas y mares de Cercidium microphyllum, Parkinsonia praecox y Prosopis velutina. No hay césped. Hoy está de moda tener un "pedazo" de desierto en el jardín.
Se lo asocia con la ecología y se cree que con solo disminuir el consumo de agua ya se beneficia el medio ambiente, por lo que el propietario se queda con la conciencia tranquila. Pero el trabajo de este diseñador va más allá: gira en torno a las personas y la naturaleza que comparten el espacio. Piensa un jardín sabiendo que puede cambiar de dirección de acuerdo con su evolución. Busca que se genere un proceso natural cuyas hojas caen, las flores pasan, y llegan las semillas que pueden colonizar ampliando la masa de plantas.
Los detalles están bien cuidados y los elementos que integran sus proyectos dialogan entre sí y dan como resultado una composición que funciona como un cuadro tridimensional y en movimiento.
Mis jardines, entonces, se transforman en una cadena alimentaria que invita a ser habitado por insectos, aves que conviven en comunidad
Como muchos de los paisajistas destacados que nacieron en el siglo XX, sus referentes fueron los arquitecto mexicano Luis Barragán y Franklin Israel, además del paisajista Roberto Burle Marx. Y cuando se estudian sus diseños, se descubre que su búsqueda por dar identidad local a los jardines de Arizona es similar a la que Burle Marx tuvo en su Brasil natal. La intervención con estructuras que generan formas netas muestra la influencia de Israel y en el protagonismo de muros o paredes se percibe la influencia del mexicano Barragán.
Martino busca que los elementos y las plantas marquen las horas y el paso de las estaciones: siempre hay luces y sombras, llenos y vacíos, color y falta de color.
Sus diseños presentan exquisitos detalles de terminación, vistosos espejos donde las caídas de agua son piezas de arte y los muros hacen las veces de modernas esculturas que aportan colorido al desierto.
El ensamble de influencias ha plasmado el impacto visual de los jardines de Martino, que reinventó el jardín desértico marcando una tendencia que lo ha consagrado como uno de los más destacados en su generación. Pero además, siempre fue claro en la filosofía de pensar su trabajo y en la forma de manejar su Estudio. Se negó siempre a cumplir caprichos de clientes, priorizando que el jardín se acomodara a su ambiente natural. Siempre fue fiel a este concepto, y por eso se lo considera uno de los paisajistas ecólogos por excelencia. Ganó premios otorgados por la American Society of Landscape Architects (ASLA). Al principio se formó una categoría de jardines secos para incorporar sus obras en los concursos, pero en 2012 ganó el premio mayor al "Mejor diseñador del año".
LA NACIONwww.stevemartino.net
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