Entre la música y la efervescencia de la noche, la procedencia de Aurélien había pasado desapercibida. Su español era casi perfecto e incluso para Noelia, que se veía una y otra vez atraída hacia él, no había acento perceptible.
El magnetismo entre ellos era innegable y la química, de voluntad propia, comenzó a entretejer un nuevo camino que los llevaría hacia un destino inesperado. Aunque no lo sabían, claro. En aquella noche del 2005, la única certeza fue su complicidad espontánea, sus nombres y la sorpresa de Noelia al enterarse de que él era un francés de 21 años, estudiante de intercambio en la Universidad de Ingeniería de San Juan.
"Entre charlas y risas, recién al final de la noche me reveló que era francés", cuenta Noelia, "No lo podía creer, realmente tenía un español perfecto. Pero lo más lindo vino cuando me dijo que quería volver a verme", continúa con una sonrisa.
Para ambos, la siguiente semana transcurrió como suspendida, despegada del tiempo ordinario. Rodeados de mates, largas conversaciones, sensaciones y risas, apenas seis días después de su primer encuentro, Aurélien y Noelia se habían enamorado. Justo en los seis últimos días de estadía de él en el país.
"Lo acompañé hasta la salida de su colectivo rumbo al aeropuerto de Ezeiza", recuerda Noelia, "Nuestras miradas estaban perdidas, angustiadas, sin saber lo que pasaría al siguiente día".
Amor a distancia
Las relaciones a distancia, lejos del tacto y la cotidianidad, son complejas y para ellos no fue una excepción. Quedaron en contacto vía mail por unos dos meses y luego todo se diluyó hasta extinguirse.
O, al menos, eso es lo que ella creía. "Un día, tiempo después, sonó el teléfono y era él para decirme que volvería al país", revela Noelia. "Recuerdo el vuelco en el corazón. Simplemente no podía creerlo".
Aurélien y Noelia vivieron en tierra argentina una hermosa historia de amor de seis meses, que fue lo que duró su práctica en la provincia de San Juan. Y esta vez no le temieron a la despedida, porque ella tenía una invitación para ir a conocer sus raíces. "Poco tiempo después viajé a Francia, un país más pequeño que el mío, pero enorme", afirma Noelia, "Me sentía en un cuento. Entre sus paisajes imponentes y el idioma del amor, pude observar una mezcla de culturas que jamás imaginé ni vivencié en una ciudad tan pequeña, tan pueblo, como la mía. Y, por supuesto, estábamos encantados por tenernos cerca".
El final del viaje fue una decisión increíblemente difícil para ambos. Pero lo cierto es que estaban agotados de una relación a distancia y, aunque no lo aceptaban a consciencia, eran aún muy jóvenes e inmaduros para comenzar una vida juntos.
Aquella despedida en el aeropuerto Charles de Gaulle abrió entre ellos un abismo de 8 años.
Nuevos amores y una boda
Los caminos se habían bifurcado y alejado. Cada uno trazó un nuevo comienzo para su vida y aquel amor quedó guardado en un cajoncito para ser recordado cada tanto como si se hubiera tratado de otra vida. Así, para ambos llegaron otras historias, compromisos e hijos.
"Y esas historias no nos funcionaron. Fueron fallidas", explica ella.
A Noelia, Francia le había dejado una amiga del alma, Clémence, un lazo que la seguía uniendo a Aurélien de manera indirecta, ya que con él no se habían vuelto a ver. Fue así que cuando Clémence le anunció que se casaba y que la necesitaba a su lado, Noelia no pudo evitar volver a pensar en él. "Tantos años después iba a volver a Francia. Era una oportunidad para vernos y se lo propuse. Sin embargo, teníamos mucho miedo, dudábamos, porque estábamos recién saliendo de relaciones anteriores y un reencuentro podría complicar aún más todo. Por otro lado, sabíamos que jamás habíamos logrado volver a enamorarnos con tanta intensidad y que no nos habíamos olvidado. Era necesario volver a vernos para aclarar nuestra mente y corazón", continúa Noelia.
Un tren hacia el amor
Finalmente, ocho años después, ella volvió a Francia. Apenas tocó suelo extranjero sus latidos se aceleraron, mezcla de miedo y felicidad. Ahora tan solo la separaban dos horas de viaje interminables, en las cuales tuvo accesos de risas, llanto y emoción.
El reencuentro fue en una estación de tren en la región de Bretaña. "Mi corazón latía muy fuerte. Lo vi lejos y pude observar cómo se acercaba, y en ese instante terminé de confirmar que él era mi amor, el mismo que había dejado hace años. Nos dimos un abrazo interminable y nos dijimos: nos amamos, queremos una vida juntos y esta vez sin dudar, que sea para siempre. Vamos a pelear por este amor", cuenta Noelia emocionada.
Para Aurélien y Noelia el camino no fue fácil y sigue siendo duro. Sin embargo, mediante acuerdos, el horizonte se está aclarando hacia un destino prometedor. "Con toda la esperanza y todo el amor del mundo, preparo a mi familia para cruzar el océano y él prepara su vida para recibirnos. Volver a él, es finalmente volver a casa", concluye con una sonrisa que lo ilumina todo, feliz.
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