El largo camino de una amistad que se inicia en la infancia entre las protagonistas de una ficción de Elena Ferrante se bosqueja sobre un largo recorrido italiano, donde los paisajes se convierten en un protagonista clave de la trama.
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Con 81 años, Elena Ferrante, seudónimo de alguien de quien poco se conoce y que ha mantenido su anonimato a sol y a sombra, bajo la condición de dejar de escribir si se la investiga, podría ser perfectamente cualquiera de los personajes que, como con un cincel, ha marcado en detalle en sus novelas. “La mia amica geniale” (“My brillant friend” o “Mi amiga estupenda”), se publicó originalmente en 2011 y fue la primera novela de una saga. Su versión streaming vio la luz en 2018, pero aún hoy en Max no baja de las 10 series más vistas semana a semana.
Además de acompañar el crecimiento de dos amigas que se conocen en la primaria y atraviesan todos los desafíos vitales con intensos y emotivos dilemas sobre las relaciones humanas, los vínculos amorosos, los lazos familiares, las ataduras comunitarias de un pueblo chico y el poder de las decisiones, la puesta que encabezan Gaia Girace (Lila) y Margherita Mazzucco (Elena), entre muchos otros atributos, pinta un viaje por Italia que se adentra en el pequeño pueblo de la infancia, Rione Luzzatti, en el Nápoles profundo; pasando por la bella Piazza de la Signora en Florencia, atravesando la península de sur a norte. Aquí un paso a paso por los destinos que llevan a Elena y a Lila a lo largo de sus vidas.
Chiaia: la sofisticación sureña
Aunque el barrio que ve nacer la amistad de las amigas se cree que está inspirado en Rione Luzzatti, con sus monoblocs con ropa en las ventanas, la plaza central y el puente cercano que, bajo la vía, promete un mundo diferente apenas unos pasos más allá, hoy el sitio es marginal. Allí, la Biblioteca Andreoli, exhibe un mural homenaje a la serie creado por el fotógrafo oficial del set de producción, Eduardo Castaldo. En el viejo barrio queda Rettifilo, la calle donde Lila compró su vestido de novia; la Piazza Municipio, donde el padre de Elena trabajaba como encargado, y el Liceo Classico Garibaldi, el colegio, todo aquello que Ferrante describe como la “pálida cantera muy lejana”.
Pero Nápoles propone un encanto auténtico, con elegancia y estilo. En el corazón mismo de la ciudad, en la primera excursión de sus vidas, la escena encuentra al grupo de amigos, ya jóvenes, transitando por uno de los sitios más icónicos de la ciudad: la Plaza del Plebiscito, el sitio preferido por los viajeros, donde se localiza el Palacio Real y el Teatro San Carlo, integrando un medio arco de columnatas que se completa con la Catedral de San Francisco de Paula. Las viviendas que emergen en la postal detrás, sobre los cerros, otorgan una irrealidad particular al paisaje.
Via Chiaia es el desfile refinado de las damas locales que en la pluma de Ferrante deslumbran a Lila y Elena por su porte, “respirado otro aire, como si hubiesen aprendido a caminar sobre hilos de viento”. Una senda estrecha, pero repleta del encanto, donde cada balcón es una vitrina más de los negocios. En el recorrido, casi desapercibida, aparece la Chiesa Santa Maria Mercedes, una de los más hermosos templos de la ciudad. La caminata lleva inexorablemente a la Plaza del Mártir (Piazza dei Martiri), donde los diseños de Lila se lucieron en una zapatería, que hoy estaría rodeada de tiendas costosas.
Más allá, la Riviera de Chiaia, exhibe la Villa Pignatelli, a los pies de un cerro Vomero. Allí se encuentra el Museo Príncipe Diego Aragona Pignatelli Cortes y el museo de carruajes, todo bajo una típica arquitectura neoclásica en Nápoles.
Ischia: la Capri menos conocida
Los veranos tortuosos de Nápoles en aquellos tiempos que relata Ferrante y aún hoy encuentran respiro en la costa cercana. Dos episodios de la segunda temporada ubican primero sola a Elena y más tarde a ambas en Ischia, una isla en medio del Mar Tirreno que integra la Costa Amalfitana y que muy frecuentemente es obviada en los viajeros que se acercan a la zona.
Se llega fácilmente en ferry desde Nápoles en un viaje que no toma más de una hora. La isla tiene dos áreas: Ischia Ponte, un centro histórico arrobador de callejones y tiendas antiguas, e Ischia Porto, pueblo de pescadores pequeño que conserva la vida de otro tiempo. Chiaia, en Forio di Ischia es una de las playas más populares: amplia y calma. Si la idea es llevarse las mejores fotos para Instagram, el destino es bahía de San Montano. En tanto en bahía de Sorgeto el mar se mezcla con aguas termales, pero acceder implica una bajada de más de 200 escalones.
Uno de sus emblemas es el castillo que fue construido por los griegos durante el año 474 a. C. Además de su estructura única, el puente antiguo por el que se accede es particularmente escenográfico. Allí mismo merece la pena el Torrione di Forio, un sitio estratégico desde el que se vigilaba cualquier posible invasión. A su lado, la conocida Santa Maria della Neve, cuyo nombre real es iglesia del Soccorso. Aquí, al atardecer, se produce un fenómeno óptico único: el rayo verde. La leyenda indica que si lográs verlo, el año te depara buena suerte. Una vuelta por el barrio de Sant’Angelo te dejará con decenas de imágenes de casas coloridas típicas de la costa italiana.
Pisa: la académica
Elena logra seguir estudiando y para ello accede al centro académico de Pisa, para ingresar a La Scuola Normale Superiore. Se trata de una universidad abierta en 1810 por Napoleón como una réplica de la École Normale Supérieure de París, aún hoy en funcionamiento en el palacio Carovana donde se observa sobre la entrada el escudo de armas de la familia Medici. Una doble escalera en el frente desciende hacia la Piazza dei Cavalieri di Santo Stefano.
En la Piazza del Duomo, Pietro Ariota le pide matrimonio a Elena y ella le entrega una copia de su primer libro. La Piazza dei Miracoli reúne al Baptisterio más grande del mundo, la catedral y a la célebre torre inclinada. Este campanario, luego de decenas de años intentando que no se tumbe, recibe hoy a los visitantes que pueden subir hasta la parte más alta (sólo con adquisición de tickets previamente con estricto orden de horario) y admirar desde allí toda la ciudad. Las tomas nocturnas que se incluyen en la serie son magníficas y una excelente idea para acercarse cuando todos van a dormir. A unos pasos Mónica Santerini abrió di Camilla en lo que fue un antiguo espacio coral de la iglesia vecina, y que hoy invita a vivir Pisa en un entorno casi familiar en medio de una colección de 3000 libros. Cerquita aparece La Pergoletta, un restaurante que funciona hace 50 años, donde probar el plato típico: spaghetti alla Carrettiera.
Más allá de este atractivo principal, el Arno es un gran protagonista de la ciudad, que invita a cruzar sus puentes descubriendo barrios característicos a uno y otro lado, o circular Viale delle Piagge, una senda arbolada a una de las orillas del río, ideal para una caminata prolongada.
El cine Lumière en el Palazzo Agostini, además de mantener viva la llama de uno de los más antiguos cines de Europa, guarece un café imperdible, el dell’Ussero, inaugurado en 1775.
Casertavecchia: la medieval
Aunque gran parte de la trama de la historia entre Lila y Elena tiene lugar en Nápoles y sus alrededores, muchas de las escenas se grabaron en Caserta, donde se montó un estudio gigantesco que incluye la construcción del barrio de su niñez. Sin embargo, también en la zona se filmaron exteriores en locaciones naturales, para ello se recurrió a una pequeña villa, apenas a 10 kilómetros de los estudios, localizada en el Monte Virgo, una elevación de las montañas Tifatini. Se trata de Casertavecchia, un pueblo medieval que preexistió a la fundación de la ciudad moderna.
El pueblo conserva casi intacto su espíritu medieval, con calles sinuosas que se abren a escenas inesperadas y edificaciones a base de piedra y toba. En el recorrido se pueden visitar la catedral de San Miguel Arcángel en la Piazza del Vescovado, la iglesia de la Annunziata, los restos del castillo, la Torre de los Halcones y la Capilla de San Rocco.
La caminata exige aguzar la vista porque, existen sorpresas al paso. La mayoría de las casas, por ejemplo, mantienen los nombres de los propietarios originales en sus capiteles. Se suceden una serie de portales que van abriendo paso a nuevos paisajes que se convierten en mejor a medida que se avanza. Los locales aseguran que Casertavecchia tiene un fenómeno lumínico que la pinta durante el día en tres colores diferentes. Durante el amanecer y el atardecer adquiere un perfil dorado cálido que dura aproximadamente una hora. Al finalizar, apenas por unos minutos, todo se baña de un tono azul, hasta que finalmente la luz de las farolas nocturnas tiñen de magia el perfil del pueblo.
Florencia: la renacentista
La tercera temporada se despliega en escenarios naturales de la mítica ciudad clave de la Toscana. Las piazzas della Signoria, Santa Croce, Santissima Annunziata y lugares privados como una residencia histórica ubicada entre via de Servi son algunas de las escenografías que dan vida a los sucesos del episodio.
La reina del arte, la princesa del paisaje, la gloria de las tradiciones históricas, la fiesta de la gastronomía perfecta. Florencia es la novia eterna, la que seduce en sus calles intrincadas y los puentes que cruzan el Arno, sus tienditas pintorescas, su sinuoso andar de pequeñas colinas y esa sensación mágica de tenerlo todo cerca. Portrait Firenze con el sello del nativo Salvatore Ferragamo, balconea al Ponte Vecchio, a pocos pasos del Palazzo Vecchio y la Piazza della Signoria, sitio donde tuvo lugar el casamiento de Elena.
Galería de los Uffizi es la más famosa de Florencia. Alberga fantásticas obras de Botticelli, incluido El nacimiento de Venus. Nada puede opacar a la bellísima cúpula de Filippo Brunelleschi en la Piazza del Duomo. Aunque en la Galleria dell’Accademia hay más obras de arte históricas que en la mayoría de ciudades italianas, este museo está pensado específicamente para exhibir al David que Miguel Ángel, con 26 años, talló en un único bloque de mármol hace más de 500 años.
En Piazza della Repubblica, de las más grandes y antiguas de la ciudad, con protagonismo desde la época romana, se esconde uno de los mejores restaurantes de la ciudad: Irene, de Rocco Forte.
Imposible abandonar Florencia sin un recorrido por Palacio Pitti (familia rival de los Médici) y sus Jardines del Bóboli, abiertos al público en 1766 y los más grandes de la ciudad.
El anochecer tiene un sitio predilecto en el jardín de Villa Bardini en los antiguos establos del palacio de un coleccionista. La Leggenda dei Frati es un restaurante cuya terraza abraza la ciudad de una sola mirada. Sólo sentate y disfrutá de la vista, mientras la degustación llega.
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