La periodista celebra el éxito de La hora exacta, el ciclo que conduce en las noches de elnueve junto a Boy Olmi y la buena repercusión de Que noche, Teté, su programa en Radio 10; en una extensa charla con LA NACION se refiere al valor de la belleza, los milagros que le concedió la Virgen de Lourdes y la convivencia con su pareja
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“La hora exacta nació por idea de Víctor Santa María. Él fue quien me llamó y me propuso hacer un programa que, sin ser Siglo XX Cambalache, sirviera para recordar. Amo lo popular y creo que, en este ciclo, confluye el conocimiento y lo divertido del juego, sin acartonamientos”. Teté Coustarot no oculta la felicidad de estar al frente, junto con Boy Olmi, de La hora exacta, el ciclo del prime time de elnueve que transita su segunda temporada y que ya superó las 300 emisiones al aire.
El formato está sostenido en la dinámica de las preguntas sobre cultura general que deben responder los participantes que compiten y los informes que ilustran cada uno de los temas abordados, rescatando el valor del conocimiento, un tópico no tan transitado en la televisión abierta actual.
-El ciclo compite contra todos los tanques de los canales líderes.
-Y también tenemos enfrente los programas más fuertes del cable, pero solemos llegar a los dos puntos, lo cual es muchísimo en ese contexto. Incluso, cuando juega la Selección Nacional, mantenemos nuestro público.
-¿Participás en la generación de los contenidos del programa?
-Con Boy (Olmi) somos muy activos. En lo personal, me gusta apuntar a todo aquello que nos ha pasado como sociedad y de lo que no hemos aprendido.
-¿Aprendemos poco de los errores de la historia?
-La inflación es un tema recurrente, pasamos discursos históricos y los participantes dudan si no son actuales. Es interesante contrastar el pasado y pensar de dónde venimos. En cuanto a la cultura, en los medios hay un gran olvido con respecto al tango y el folklore, por eso, cada tanto, dedicamos un programa a eso.
-¿Podés trazar un perfil común de los participantes que concurren al programa?
-Además de sus conocimientos, tienen un estilo lúdico muy desarrollado. Antes de grabar, siempre les digo a los que están algo nerviosos que no se trata de un examen, sino de una reunión de amigos que se disponen a jugar después de la cena. Algo que me entusiasma mucho es que vengan los hijos con sus padres, ya que la vida no nos da tantas oportunidades para poder compartir.
-La hora exacta sale de la norma de la televisión actual...
-Me pone muy orgullosa hacerlo, decir que estoy feliz es poco. Mi parámetro es irme a dormir a la noche y sentir que lo que hice no me da vergüenza y sirvió para alguien.
-¿Hacés ese tipo de balances al final del día?
-Suelo hacer el ejercicio de repasar el día. Cuando en ese balance hay algo que me molesta, y que me suele provocar algo de insomnio, me propongo resolverlo. Lo importante no son las situaciones que se nos presentan, sino cómo uno las puede resolver.
Stella Maris Coustarot es oriunda de General Roca, ciudad rionegrina en la que transcurrió su infancia y adolescencia. En aquellos tiempos, una de sus aficiones era ir a nadar al Club del Progreso, la institución que fue el espaldarazo para que se presentara en la competencia para ser elegida Reina de General Roca, primero y Reina de la Manzana, después.
Al tiempo, y con tan solo 19 años, veraneando en Mar del Plata la encontró un conocido fotógrafo, quien le propuso presentarse en un concurso nuevo que se iba a llamar Miss Siete Días. Teté, otra vez, fue la elegida y ganadora del premio que consistía en una posibilidad laboral en Editorial Abril, la empresa que publicaba la revista que organizaba el premio.
Sin embargo, y a pesar de aquellas consagraciones, Teté seguía estudiando periodismo, su verdadera vocación, en La Plata.
Durante mucho tiempo, el modelaje y el periodismo convivieron en ella con total armonía. En los ochenta, debutó en A la manera de Sofovich, junto a Gerardo Sofovich en el antiguo Canal 9, y nunca dejó de ejercer su vocación por el conocimiento y la información.
En Teté Coustarot se da una fórmula no tan habitual. Le escapa a ese preconcepto errático donde lo popular tiene que estar asociado a la falta de contenidos altruistas y de buen gusto. En un medio que, a veces, peca de chabacano y con conductores que entienden lo coloquial vinculado al mal gusto, la conductora empatiza con el televidente desde el buen decir y los modos elegantes. Su charme no la hace distante. “Es algo que percibo, pero queda soberbio que yo lo cuente. Como decía aquella canción del programa de Lucho Avilés, a mí me gusta la gente y tengo mucha curiosidad por todo, me parece que ese es un gran motor”.
-Un buen impulso para la vida.
-Creo que la vida se apaga cuando desaparece el deseo, la curiosidad, las ganas de conocer.
En cable hace un programa sobre los atractivos de la provincia de Tucumán y otro vinculado al mundo farmacéutico. Además, es creadora de un formato singular que generó a partir de los frecuentes llamados para animar celebraciones familiares: “En lugar de pasar un video frío con los saludos, prefiero recorrer las mesas y que, en vivo, todos les digan algo a la persona o el matrimonio homenajeado”. Nadie invita a una fiesta a alguien distante. En el caso de Teté Coustarot, se da ese vínculo construido a lo largo de varias décadas de trabajo ininterrumpido. “Me tratan como a una amiga o familiar. Hasta me escriben para reclamarme si no les gusta mi corte de pelo”.
Prejuicios
-¿Cuáles fueron tus “horas exactas” en la vida?
-Me voy para atrás y pienso en cuando elegí cursar la carrera de periodismo. Estuve como iluminada, ya que había terminado el secundario muy jovencita, a los 16 años. Cuando decidí ser modelo también fue un acto bisagra, fue un trabajo que me enseñó a ser profesional, respetuosa de los horarios y me permitió viajar por el país y el mundo, me dio mucha seguridad. Y, desde ya, un momento clave de mi vida fue cuando fui mamá. Como digo siempre, la única relación para toda la vida es la de los padres con los hijos.
-Modelo y periodista sin que eso genere extrañeza.
-Siempre entendí que la carrera de modelo podía terminar por una cuestión de edad, pero que el periodismo era para siempre. Y también siempre fui consciente de que hay que generar, porque nadie te viene a golpear la puerta.
-¿Por qué Siglo XX, Cambalache quedó tan impregnado en el inconsciente colectivo?
-Fue un ciclo que se hizo no mucho después del regreso de la democracia, había una necesidad de volver a recrear nuestra historia, reencontrarnos con un pasado que no estaba tan presente.
-Una dictadura siempre anula la memoria.
-Totalmente, por eso el programa, que estaba hecho como los dioses, respondió a esa necesidad de la gente de pensar el pasado. Además, tuve un compañero de lujo como Fernando Bravo.
-A la hora de hacer periodismo, ¿tuviste que lidiar con los prejuicios por ser modelo?
-No tanto. Quizás, cuando hice noticias pude sentir algo así, ya que la mujer era puesta para abordar temas más amables. Cuando empecé, me preocupaba por demostrar que leía el diario todos los días, hasta que me di cuenta que era un esfuerzo inútil, ya que todo se demuestra haciendo. El tiempo es un gran equilibrador de lo que uno piensa que no se valora.
-Los parámetros estéticos han cambiado y se han democratizado, algo que no sucedía cuando trabajabas como modelo. ¿Cómo te atravesó la belleza y qué tiene en contra el ser bello para los cánones sociales?
-Me daba cuenta que era alta y que tenía una cara armónica, pero no recuerdo pararme frente a los espejos para mirarme, no tenía conciencia de eso que se llama belleza. Agradezco la genética, pero he visto pasar a tanta gente bella y sin un proyecto de vida.
-Se puede ser bello y anodino.
-La belleza cansa. Cuando doy charlas, siempre digo que, cuando alguien muere, nadie dice “tenía sesenta de cintura”, sino que todos van a recordar valores como la solidaridad o la alegría de esa persona que falleció. Hay gente que se pierde la vida detrás de esa obsesión por la belleza, gente que no va a una fiesta porque tiene algún kilo de más o no tiene qué ponerse. Eso me subleva, ya que todo el mundo tiene un vestido negro. Le dan tanta importancia a la mirada de los demás, que terminan coartando su libertad. Suelo hablar de estos temas cuando me toca dar alguna charla sobre alimentación, me parece fundamental poder transmitirles a los más jóvenes mi experiencia.
Feminismo
-Te has salido de la norma en tiempos donde los espacios estaban acotados para las mujeres. ¿Cómo ves a la mujer hoy?
-La mujer es siempre la señal de los tiempos. Los grandes cambios siempre tuvieron a mujeres como protagonistas. Hoy se ha tomado conciencia de muchos temas y la mujer se expresa como nunca antes pudo hacerlo. Creo que el gran cambio lo traen las nuevas generaciones. Me molesta cuando se critican a las mujeres que luchan, hay que respetarlas.
-Quienes buscan denostar la lucha feminista esgrimen un término espantoso como “feminazi”.
-Es espantoso, estigmatiza totalmente a la mujer. Hace muchos años fui a entrevistar a Alicia Moreau de Justo. Me acerqué hasta su casa, un departamento de concepción moderna sobre la calle Arenales. Cuando llegué, ella estaba sentada al lado de la ventana, mirando hacia afuera. Le pregunté por qué elegía estar allí y me dijo que disfrutaba ver cómo las mujeres caminaban por la mitad de la vereda y con la frente alta. Y me remarcó que, en su época, las mujeres debían caminar pegadas a la pared y mirando para abajo.
-¿Te preocupa el paso del tiempo?
-No me detengo en eso, todo es muy aleatorio. Lo único que pido es tener siempre algo para hacer. Levantarte todos los días con un sentido es un gran motor. Hace poco, Mirtha Legrand me dijo: “cuando trabajo, soy eterna”. Es eso, nos pasa a todos.
-Eso se potencia cuando se trabaja sostenido en una vocación.
-Lo primero que le deseo a una persona es que tenga vocación.
Radio
“Estoy muy feliz de hacer radio los domingos por la noche. El programa ya es un clásico de 13 años. Hago notas que suelen ser diferentes a los planteos generales, como las historias de vida, curiosidades de las ciudades, cuestiones de la medicina o estar pendiente de lo nuevo. No hablo ni de economía ni de política, porque considero que los verdaderos temas son los que hago yo y tienen que ver con la vida”.
-La radio no duda en la fidelización del oyente.
-El programa tiene como una especie de club de amigos y, además, algo muy interesante de la radio de estos tiempos es que se escucha en todo el mundo a través de las plataformas.
-¿El oyente más exótico?
-Hay un argentino que vive en Japón y, debido a la diferencia horaria, nos escucha los lunes por la mañana. En Estados Unidos, Perú y Gran Bretaña hay gente que sigue el programa y en Uruguay jugamos de local.
-La cercanía de la radio es uno de los bastiones del medio.
-Fernando Bravo siempre decía que la radio es como la cocina de la casa, donde uno recibe a los amigos y a la familia, y que la televisión es como el living, donde se recibe a las visitas de manera más formal. Son lenguajes muy diferentes. En la radio se habla con naturalidad, mientras que en la televisión siempre hay que levantar un poquito la voz. Más allá de la diferencia, son dos medios formidables.
Sobre el amor
En su cuenta de Instagram, Coustarot exhibe una frase de Gabriel García Márquez: “Las entrevistas son como el amor: se necesitan, por lo menos, dos personas para hacerlas. Y solo salen bien si esas dos personas se quieren”. En sincronía con la máxima, desde hace quince años está en pareja con Carlos Gaziglia, empresario de la misma edad que Teté. La convivencia, que llegó poco antes de la pandemia, los encuentra compartiendo el señorial piso de la periodista en el corazón de Recoleta. “Fue bueno encontrarlo. Si bien he estado mucho tiempo en pareja, he tenido períodos en que no sucedió así, a pesar de que me gusta compartir”.
-Es algo muy personal.
-Absolutamente. En mi caso, cuando me gusta algo, me lanzo sin miedos.
-¿No le tenés miedo a nada?
-Sí, pero son muy pocas cosas que me causan temor.
-¿A qué le tenés miedo?
-A una enfermedad que me imposibilite hacer todo lo que hago y a la pérdida de los seres queridos. Más allá de eso, en general, no tengo miedos, la vida no me parece un lugar donde uno pueda vivir con miedos. No es un mérito, nací así. Y tengo pensamientos optimistas, por naturaleza. Y soy optimista en el sentido práctico, trato de solucionar todo lo que se pueda presentar como un problema.
-¿Sos creyente?
-Creo en Dios y, sobre todo, en la Virgen, que es una enorme compañía y, como toda madre, siempre escucha. Tengo predilección por la de San Nicolás. Cada vez que comienzo un trabajo, les llevo estampitas a todos. Trato que la gente tenga fe, más allá de las religiones. También creo mucho en la Virgen de Lourdes, que tiene su gruta en Mar del Plata.
-¿Alguna manifestación de la Virgen de la que puedas dar fe?
-Hace más de quince años, estando en Mar del Plata haciendo radio, me acerqué hasta la Gruta de Lourdes y le dije a la Virgen que estaba lista para tener una pareja. Al tiempo, se acaba el verano, regreso a Buenos Aires y Carlos me invita a comer. Como me gusta saber acerca de los signos de la gente, le pregunto qué día había nacido y, para mi sorpresa, me responde que era del 11 de febrero, justamente el Día de la Virgen de Lourdes. ¿Cómo no voy a creer en la Virgen?
-¿Ya se conocían?
-Teníamos amigos en común, habíamos compartido muchas reuniones.
El país
-Ingresaste a Radio 10 cuando la emisora era propiedad de Daniel Hadad. Hoy es un medio cercano al kirchnerismo. ¿Sobreviviste a la grieta? ¿Cómo se logra eso?
-No hago programas que tengan que ver con política ni actualidad. Por otro lado, siempre me parece valioso todo lo que pueda aportar desde el trabajo. Además, no tengo prejuicios. Me han ofrecido candidaturas desde ambos lados de la grieta, eso habla del desconcierto que tienen con respecto a mí.
-Un mérito que debés atribuirte.
-Se puede vivir sin estar en una pelea constante. Tengo las mejores intenciones y deseo lo mejor para el país, siempre he tratado de no ponerme en una lucha que a mí me parece horrible, que nunca suma. La violencia está puesta allí, cuando aparece esa grieta todos perdemos como país. Hacer, desde los medios, un trabajo que no provoque más enfrentamiento es un objetivo que me propongo.
-Te cambio de tema. Durante años trabajaste con Roberto Giordano, quien se alejó de la vida pública envuelto en dilemas judiciales y financieros. ¿Tenés contacto con él?
-Sí, nos comunicamos a través de WhatsApp. Giordano fue parte de mi vida, durante muchos años, a través de los desfiles. Está viviendo en Uruguay y nuestro vínculo se da a través de nuestra pasión por Boca Juniors. Si gana Boca, nos escribimos.
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