El nuevo hit de Netflix toma herramientas de género para construir un adictivo relato
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El juego del calamar (Corea del sur/2021). Creador: Hwang Dong- hyukc. Elenco: Lee Jung-jae, Park Hae- soo, Oh Yeong-su, Ho Yeon Jung. Nuestra opinión: buena. Disponible en: Netflix
¿Qué sos capaz de hacer por dinero? O peor aún, ¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar con el objetivo de saldar una deuda impagable? Esas son las preguntas que se hace el colectivo de protagonistas de El juego de calamar.
La historia comienza con Seong Gi-Hu (Lee Jung- jae), un hombre atrapado en una deteriorada realidad económica. Sus negocios nunca prosperaron, su vida laboral quedó reducida a empleos mediocres y las deudas comenzaron a arrinconarlo. Constantemente, el personaje busca una salida fácil a esa situación, principalmente a través de carreras de caballos o juegos de azar. Claro que como es de esperar esos caminos solo le sirven para perder la poca plata que le queda. Seong no tiene demasiadas expectativas, pero un encuentro fortuito cambiará su destino.
En una estación de subte, un hombre se presenta ante él y le propone un juego muy sencillo, con el que puede ganar algo de dinero. Luego de ese primer encuentro, el misterioso personaje lo invita a formar parte de otro juego, aún mayor, que promete una suculenta recompensa. Luego de mucho dudarlo, el protagonista acepta, sin saber que terminará involucrado en un sádico ejercicio. Seong y otros cientos de personas también agobiadas por las deudas, son trasladadas a una isla en la que participarán de versiones cruentas de tradicionales juegos infantiles. Quien salga victorioso en cada prueba seguirá adelante sumando puntos y dinero, pero el que pierda será asesinado de manera tétrica. De ese modo, el protagonista se encuentra atrapado en un sistema de desafíos en el que deberá hacer lo posible ya no por saldar su deuda, sino por permanecer con vida. Y a medida que las pruebas avancen, se empezaran a develar algunos interrogantes sobre quién es el responsable de ese lugar.
Casi de la noche a la mañana, El juego del calamar se convirtió en un éxito inesperado, uno de esos relatos que por algún motivo, capturó la atención de millones de espectadores de todo el mundo. No importa si la acción transcurre en Corea del sur, Colombia o Rumania, la propuesta de este título resultó tan universal que atrapó la atención de espectadores de todo el mundo al punto de estar a un paso de convertirse en la ficción original más vista en la historia de esa plataforma streaming.
En muchos sentidos, este relato es hijo directo de una tradición de historias de supervivencia, una suerte de subgénero improvisado que se popularizó principalmente en el mundo de las historietas japonesas. Battle Royale, una novela de 1999, que tuvo su traslado al manga y luego al cine, fue el padre de estas historias, centradas en grupo de personas que deben matar o morir, en el marco de salvajes juegos de supervivencia. Liar Game o Alice in Borderland también forman parte de ese grupo que con mucha transparencia, Hwang Dong- hyuk reconoció como fuentes de inspiración al momento de crear El juego del calamar. Pero como es tradición en el cine de Corea del Sur, el género se convierte en la excusa para reflexionar sobre una situación que subyace, y que en este caso, tiene que ver con quienes viven en los márgenes de una sociedad tan presuntamente próspera como la de ese país.
El juego del calamar es la continuación de una serie de ficciones coreanas, que salieron a la conquista del mundo. En esa misma línea se puede ubicar a Parasite, la galardonada película de Bong Joon- ho, que en tono de comedia negra, denunciaba la creciente desigualdad social que anidaba en esa sociedad, una temática que también caló muy profundo en el resto del mundo y fue consagrada con varios Oscar. Pero Bong no necesitaba ponerse solemne para reflexionar sobre esa situación, sino que utilizaba el cine como impulsor del relato, sin someter la forma al discurso. Y algo de eso sucede con El juego del calamar, otra ficción coreana que bajo el manto de un violento thriller, hace foco en un grupo de personajes atravesados por la desigualdad y la falta de oportunidades.
Bajo esa premisa, esta serie resulta hipnótica, adictiva, muy acorde a los tiempos de maratones televisivas, que piden ver un capítulo detrás del otro. En un futuro cercano, el desafío de El juego del calamar será descubrir si como muchos éxitos televisivos actuales, su popularidad será efímera, o si se convertirá en uno de los grandes títulos de la pantalla chica. Por lo pronto, todo indica que esta ficción está destinada a dejar huella.
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